Hoyos presentó en Bogotá su Manual de Escritura (Libros-malpensante), un compendio de ideas y reglas sobre la escritura, amén de una aproximación al estilo literario, en solo 99 páginas.
Fundador de la revista cultural El Malpensante, de la cual fue director durante 12 años, y hoy en día uno de los articulistas más destacados de Colombia, confiesa que él mismo aprendió mucho al escribir el manual, pues debió sistematizar hábitos de escritura que ni siquiera era consciente de tener.
«Había cosas que no tenía tan claras hasta que me puse a escribir», dice Hoyos en una entrevista con Efe, horas antes de sostener una charla en público sobre su manual con el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, Premio Alfaguara 2011.
Esta clase de libros son más comunes en inglés que en español, recuerda el autor de Manual de Escritura, quien ha sido lector asiduo de obras como The Elements of Style, de E. B. White, la biblia de los manuales de escritura.
Después de dos novelas, un sinfín de cuentos y cientos de artículos para El Espectador y otros medios, Hoyos sabe que «uno no nace siendo escritor» y que «la escritura requiere un aprendizaje formal».
Hay una gran incapacidad para expresarse por escrito, que en algunas personas a veces no se nota cuando hablan. Son personas que hablan de manera razonable, pero cuando se sientan a escribir se le traban los cables, explica.
El manual de Hoyos es el libro de alguien que está hablando de los instrumentos de su trabajo. «Me he encontrado con una cantidad de cosas que no había interiorizado como hábitos», señala.
Según dice en la introducción del manual, solo se necesitan dos requisitos a la hora de sentarse a escribir: «hay que apreciar la lectura adquiriendo en ella habilidades por lo menos medianas y tener ganas. El resto corre por cuenta de un modelo pedagógico adecuado y de un buen manual de acompañamiento como ojalá lo sea este».
El manual está pensando para que le sirva desde a un estudiante de bachillerato o a un universitario hasta un profesional con ganas de hacer más atractiva, clara y comprensible su escritura.
Hoyos considera fundamental «en todos los niveles de escolaridad que a la gente le enseñen a escribir»; es una forma de aprender a pensar y además la escritura ha hecho explosión con las nuevas tecnologías y cada vez es más necesario saberse expresar por escrito.
Hoy cualquiera, no solo los pudientes o poderosos, deben escribir a diario, aunque ya no sean cartas, memorias o documentos, sino mensajes de texto, correos electrónicos o trinos en Twitter.
Antes de escribir este manual Hoyos dictó talleres de escritura y mucho antes cuando era el director de El Malpensante debió leer infinidad de textos que les enviaban personas deseosas de publicar en una revista que siempre se ha preciado de dar a conocer nuevos escritores y relatos inéditos.
El error más común se da en la regla mas básica de todas: en español las frases se construyen con sujeto, verbo y predicado y no hay que poner signos de puntuación entre estos elementos, a no ser que haya oraciones subordinadas, afirma.
El manual de Hoyos es todo menos dogmático, presenta infinidad de ejemplos concretos y graciosos de frases con mala y buena redacción y tiene un toque humorístico que ayuda al lector a desarrollar el afecto por la escritura de que él hace gala.
No es que Hoyos incite a no respetar las reglas académicas. La filosofía del manual es «aprende bien y luego cuando te sientas seguro empieza actuar por tu cuenta».
El Manual de Escritura es la segunda obra publicada por Libros-malpensante, una nueva editorial independiente colombiana creada en torno a la revista homónima, que en el 2014 cumplió 18 años.
El primero fue un libro de crónicas del escritor y periodista colombiano Alberto Salcedo y para los próximos el material saldrá seguramente de los nutridos archivos de la revista.
Las grandes editoriales han dejado cosas sin cubrir y las intermedias han desaparecido, por lo que creo que hay un publico para las pequeñas e independientes, señala Hoyos.
Uno de los consejos que da Hoyos a quienes se inician en la escritura lo tomó de Gustave Flaubert, el autor de Madame Bovary: siempre hay que leer en voz alta los textos, porque las palabras tienen sonido y «el oído de la mente no basta».