Noticias del español

|

Carmen Naranjo (Agencia EFE)

¿Por qué un «coñazo» es aburrido y «cojonudo» algo buenísimo?

¿Por qué un coñazo es una cosa aburrida y algo cojonudo es buenísimo? ¿Por qué zorro en sentido figurado significa 'astuto' y zorra, 'puta'? Son preguntas que plantea Diccionaria, un libro que reúne esas palabras integradas en el lenguaje cotidiano que cobran un sentido peyorativo en femenino.

Bollero/a, conejo/a, jamón/a, sargento/a, lagarto/a son algunas de las cerca de 150 palabras que los publicistas Xavier Gimeno y Fernando Alcázar y la periodista y escritora Ana Martín han incluido en un volumen, todas ellas ordenadas por orden alfabético, como un diccionario al uso.

Se trata de Diccionaria, editado por Libros Cúpula, en el que se demuestra cómo el lenguaje que utilizamos en nuestro día a día refleja esas connotaciones, algo que «no solo describe una realidad, sino que la modifica», señalan sus autores.

Con la A, ocurre con ambicioso y ambiciosa, que, aunque tienen el mismo significado (‘que tiene ansia o deseo vehemente de algo’), cuando se usa en femenino tiene connotaciones de trepa, calculadora o egoísta.

Y lo mismo pasa con astuto: ‘agudo, hábil para engañar o evitar el engaño o para lograr artificiosamente cualquier fin’ si es masculino, pero con un halo de «mala, malísima» en caso femenino, indican.

Con la B, la primera distinción que incluye este libro es la de barragán/barragana: en masculino es ‘esforzado, fuerte o valiente’, pero en femenino define a una concubina. Y se desconoce la razón por la que esa palabra, que puede tener su origen en la latina baricanis, con la que se denominaría a un hombre libre, terminó con ese significado cuando se refiere a una mujer.

Y si a una mujer la llaman bollera nunca estarán queriendo decir que es una panadera, mientras que en masculino sí hablaremos de un hombre que hace bollos o pasteles.

Entre los diversos orígenes que se atribuyen a esta palabra está el de boyera, en referencia a las mujeres que conducían carros tirados por bueyes en rituales sagrados. Pero, sostienen los autores de Diccionaria, este es un ejemplo de sabia apropiación de un término despectivo en origen que ha pasado a usarse con normalidad, vaciándose de carga negativa.

La coneja es la hembra del conejo, pero esta palabra se usa también en género femenino para designar despectivamente a las mujeres que paren muchos hijos de forma muy seguida. Del reino animal están también las connotaciones de zorra, que se emplea para denigrar a la mujer, ya que, aparte de nombrar a la hembra del zorro, se usa como sinónimo de puta. Mientras que zorro, en sentido figurado, es ser un hombre astuto. Igual ocurre con lagarta.

Y lo mismo pasa con fulano/fulana, pues, si en masculino es ‘un hombre cualquiera’, en femenino vuelve a tener igual significado despreciativo que en el caso anterior. O con golfo/golfa: para el primero es ‘pillo, holgazán’ y para el segundo vuelve a ser una forma despectiva de prostituta.

Ser una mujer pública tiene asimismo ese significado, el de ser una prostituta, mientras que un hombre público habla de un varón con presencia e influjo en la vida social.

El gallo y la gallina también adquieren otro significado cuando se aplican a los humanos: en masculino, se aplica al ‘hombre fuerte, valiente, que quiere mandar en todo’. Por el contrario, el femenino designa a un cobarde.

Coñazo viene de coño, que, a su vez, procede del latín cunnus, que significa ‘vulva’. La razón por la que se decidió que eso se convirtiera en sinónimo de ‘persona o cosa latosa e insoportable’ debe de ser la misma por la que cojonudo pasó a significar ‘algo realmente bueno’, ironizan los autores.

Y el ser fácil, en su sentido de ‘persona que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales’, suele aplicarse siempre a las mujeres, un uso machista y peyorativo nada recomendable, indican.

El diccionario también define como mujerzuela a la ‘mujer de poca estimación’ o a la ‘mujer perdida, de mala vida’. Pero hombrezuelo, no existe, porque no se usa, critican.

Los autores también destacan un adjetivo como el de histérica, un estado atribuido generalmente a las mujeres aunque los diccionarios lo recojan en masculino en primer lugar. Pero «se aplica al hombre en contadísimas ocasiones y, con frecuencia, para feminizarlo». En realidad, procede de un término griego que significa ‘relativo al útero’.

¡Hola!

¿Has buscado tu duda en nuestra web?

Si no la encuentras, rellena este formulario:

Los campos con * son obligatorios