Gallego-Díaz, miembro del equipo editorial de El País, y Méndez, jefa de Opinión de El Mundo, han participado hoy en la mesa redonda «De la jerga técnica al lenguaje común», dentro del VIII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo «El lenguaje de la crisis», organizado por la Fundéu BBVA y la Fundación San Millán de la Cogolla.
Gallego-Díaz ha admitido como una «obligación» que «los periodistas deben tratar de explicar a los ciudadanos qué sucede y hay una especial dificultad en hacerlo en economía», ha afirmado.
Y para cumplir su papel, ha dicho, los periodistas han tratado de apoyarse en expertos económicos, algo que, según ella, no ha sido un acierto.
«Si fuera por los expertos, jamás nos hubiéramos enterado de nada», ha asegurado, ya que ha recordado que fueron expertos economistas los que «no detectaron lo que pasaba en Enron ni en las cajas de ahorro de Estados Unidos ni con la burbuja inmobiliaria».
Frente a los expertos economistas, que «responden a sus intereses», hay que considerar que «las palabras no son inocentes» y, por eso, no hay que dejar que se apropien de ellas los expertos, «sino que debe ser de dominio público, comprensible para la mayoría de los ciudadanos», ha añadido.
«La crisis nos ha hecho más ricos en vocabulario, entendemos palabras que antes no sabíamos y las usamos correctamente», ha asegurado, en alusión a términos como prima de riesgo, agencias de calificación y desrregulación.
Otras palabras, ha proseguido, «han cambiado de significado», como austero, que «ha pasado de ser positivo a convertirse en una amenaza», lo mismo que rescate.
También ha resaltado que se han creado «palabras y expresiones con voluntad de engañar, algo que ya había pasado en la historia», y ha citado el hecho de llamar combatientes ilegales en vez de prisioneros de guerra y apalancar para «no decir que un banco está endeudado».
Esos términos para engañar son «los que hay que desterrar para que el ciudadano no caiga en la amenaza», porque «somos el vehículo de comunicación de los mensajes de los centros de comunicación y deberíamos combatir esa peligrosa tendencia», ha asegurado.
Lucía Méndez, por su parte, ha asumido que «no es fácil explicar que un algoritmo de un inversor en Nueva York ha causado la ruina a un señor de aquí».
Dentro del contexto de crisis, «también hay quien pide que tengamos cuidado al usar las palabras», ha dicho, aunque ella cree «lo contrario», que los medios de comunicación tienen, en este momento, «la obligación de hablar claro, con palabras de verdad y llamar a las cosas por su nombre».
«Debemos dar voz a las víctimas de la crisis, con palabras que pueda entender todo el mundo, porque nunca ha sido tan demandada una explicación de lo que está pasando», ha defendido, y ha reclamado a los periodistas que realicen esa explicación «sin eufemismos, sin códigos empaquetados, sin modelos técnicos que no se entiendan».
En esa misma línea ha defendido que, si los periodistas no explican a la sociedad lo que está pasando, «no lo va a hacer nadie» y, «si nosotros no hablamos claro, nadie lo va a hacer».
Para sostener esa idea ha citado ejemplos extraídos de algunas de las comparecencias tras el Consejo de Ministros de España, en las que a la subida de impuestos se le llamó recargo temporal de solidaridad y a la amnistía fiscal regulación de activos ocultos.