El seminario El español en los noticiarios a ambos lados del Atlántico, organizado por la Fundación del Español Urgente y la Fundación San Millán, concluyó hoy en San Millán de la Cogolla (La Rioja), con una mesa redonda denominada Cómo aprovechar los noticiarios para difundir un lenguaje no sexista.
En ella participaron la jefa de Sociedad de Informativos de Cuatro, Paloma Tortajada, la directora de Informe Semanal en TVE, Alicia Gómez, y la presentadora de Antena 3TV Montserrat Domínguez.
La mesa redonda fue introducida por una conferencia de la decana de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá, Mercedes Bengoechea, quien avaló e ilustró con ejemplos esa mejoría en el uso del lenguaje, cada vez menos machista, aunque también con muchas posibilidades para mejorar, dijo.
En su opinión, «quizás no seamos totalmente conscientes de las diversas formas sutiles en las que puede manifestarse el sexismo en la lengua».
Así, dijo, el sexismo puede manifestarse con la forma de ordenar las palabras, generalmente con el término que es masculino delante «incluso contraviniendo el manual de estilo de nuestros propios medios» con expresiones como «el alcalde y la ministra».
Rechazó la idea de que para acabar con el lenguaje sexista sea necesario duplicar sustantivos o pronombres (puso como ejemplo la frase los vascos y vascas) y explicó que los tres principales métodos por los que se realiza sexismo en el lenguaje periodístico son «la homogeneización femenina, el uso condescendiente de la y la utilización asimétrica del nombre de pila de hombres y mujeres».
En el primero de los casos aludió a la repetición de la palabra mujeres antes de su profesión o país de procedencia (las mujeres árabes) algo que no sucede con la palabra hombre, y que se agrava en el uso de nombres de profesiones sólo en masculino.
Calificó de despectivo «o condescendiente» el colocar la palabra la antes de un nombre de mujer, algo que apenas se hace con los hombres; y pidió que se corrija la forma de aludir a mujeres con cargos políticos por su nombre de pila, mientras que para los hombres lo general es usar el apellido.
Además, lamentó el que los textos escritos en televisión para dar paso a noticias «se redactan como si el público sólo fuesen hombres».
Bengoechea admitió que «en los últimos diez años, especialmente en los últimos cinco, es más notable la disminución de estos usos en los medios y agencias, pero no se han erradicado del todo», aseguró.
Entre los «signos de mejoría» citó el que cada vez más «se feminizan los cargos» o, incluso, «levemente se empieza a cuestionar el género gramatical masculino como el único capaz de expresar a ambos» pero «aún queda mucho por recorrer», subrayó.
La directora de Informe Semanal asumió que «somos sexistas en el lenguaje, no por humillar sino por ocultar a la mujer» ya que «escribimos y hablamos como si no existiera, y cuando hay dudas, recurrimos a lo masculino».
Gómez pidió a las academias de la lengua que «no se resistan» a aceptar nuevas acepciones de palabras de género femenino, y consideró que por encima de los informativos, en televisión el sexismo está presente en publicidad o programas de entretenimiento.
Paloma Tortajada reconoció que «no visualizamos a las mujeres, no informamos de ellas» y reclamó a las academias de la Lengua que «no sean tan conservadoras y tengan valentía para que está cuestión no esté siempre abierta al criterio de las cadenas». La periodista de Cuatro afirmó que en televisión «es todavía más preocupante el lenguaje no verbal» y lamentó la pequeña presencia de mujeres al frente de programas informativos en España.
La presentadora de Antena 3TV Montserrat Domínguez afirmó que «como mujer, yo no me siento excluida al usar un genérico masculino» y reclamó a sus colegas «que no tengan sentimiento de culpabilidad al hablar» ya que «poco a poco encontraremos fórmulas naturales para solucionar esta cuestión».
Propuso, sin embargo, «que empiecen a aparecer más las mujeres en televisión como expertas o profesionales, y que poco a poco el lenguaje acompañe ese cambio, pero sin crispación».