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| Pilar Mazo (Agencia EFE)

Pascual (RAE) cree «grave» que los políticos utilicen la lengua como un decorado

El académico de la RAE José Antonio Pascual critica, en una entrevista con Efe, la utilización que, en general, hacen los políticos del español porque «en lugar de utilizar la lengua para cambiar el mundo, la emplean para disfrazar, precisamente, aquello que nos interesa a los demás».

Pascual participa hoy en Trabalengua, «el congreso de la lengua que te quiere como quieres que te quiera», organizado por la Fundación San Millán de la Cogolla, con motivo del 20 aniversario de la declaración de los monasterios de Suso y Yuso a Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, por ser cuna de la lengua española.

En relación al análisis del uso correcto del español, que es el hilo conductor de este congreso, Pascual incide en la utilización del mismo por parte del ámbito político, dado su impacto en los medios de comunicación.

Lamenta que haya políticos que, «en vez de usar la lengua para, por medio de ella, cambiar el mundo, la emplean para disfrazar, precisamente, aquello que nos interesa a los demás».

«Es como si un torero, en vez de salir a la plaza, se quedara en la barrera”, enfatiza este historiador de la lengua y también director del Nuevo diccionario histórico del español y del Instituto de Historia de la Lengua del Centro de Investigación de la Lengua Española (Cilengua), ubicado en San Millán de la Cogolla.

El español, como cualquier lengua, afirma Pascual, es «un instrumento admirable para que nos podamos comunicar y para que, al comunicarnos, vayamos aprendiendo nuevas cosas, discrepando y convenciendo a los demás».

Como académico de la RAE, se muestra firme en que «el único arma que tenemos todos para cambiar la realidad es el lenguaje y, por medio de él, convencer a los demás de las cosas».

En su opinión, «el lenguaje tiene muchísimos usos: el de divertirse o disfrutar con él y por eso existe la literatura, etcétera», pero no aprecia que «un político utilice el lenguaje en el Parlamento para divertirse».

Reconoce que «la culpa no la tienen ellos», sino sus receptores -en este caso a través de los medios de comunicación- que «parece que nos resulta normal».

Para él, el lenguaje político debiera tener como denominador común la «veracidad, la humildad y la inteligencia».

Considera que no es preciso que un político, en el uso del lenguaje, tenga que estudiar gramática, ni afinar su pronunciación, ni mejorar el conocimiento de un sufijo, sino «ser sencillamente franco, honrado y sincero», lo que significa que estará en su misión y «no apegado a un puesto».

En relación a los extranjerismos, que es un asunto sobre el que también se ha tratado en este congreso, opina que «puede ser útil y perfectamente legítimo que todas las lenguas tengan elementos en común», procedentes de su origen en el ámbito científico.

Según Pascual, «se están creando a diario una enorme cantidad de términos técnicos, muchísimos, normalmente por los descubrimientos y los avances en la ciencia en distintas disciplinas».

En este contexto, incide en la legitimidad de palabras (técnicas) que se crean, por ejemplo, en un país de lengua inglesa, dentro del ámbito de la ciencia o la medicina, por ejemplo, y que pasen a todas las lenguas.

Sin embargo, alerta de que «hay una segunda forma de ver los extranjerismos, que es sencillamente cursi y que se traduce en el uso de un término inglés para parecer que quien lo usa es más moderno», cuando tiene su propio sinónimo en la lengua española.

«Existen una serie de neologismos de origen extranjero que no tienen sentido y que no se deben utilizar porque es absolutamente improcedente», concluye Pascual, quien enfatiza en que, es en el campo científico, donde puede ser «útil» que las lenguas tengan elementos en común.

 

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