Algunas batallas muy justas se han impulsado con palabras raras. Pero una comunicación eficaz ha de usar vocablos reconocibles por aquellas personas a quienes van dirigidos, de modo que los acepten con mayor facilidad.
Con todo el apoyo y la solidaridad que merecen las «políticas de género» y la lucha contra «la violencia de género», podemos preguntarnos si «género» no habría tenido en su día una alternativa más clara para la comunicación pública y la comprensión general, un vocablo más directo y contundente.
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