Noticias del español

| Graciela Melgarejo (La Nación, Argentina)

Olvidos o distracciones que no son menores

Leer es, decía Borges, «una actividad posterior a la de escribir: más resignada, más civil, más intelectual». Hermosa definición, sobre todo porque viene de alguien que supo ejercer el hábito y el arte de leer como pocos.

En estos tiempos en que, nos aseguran expertos de todo tipo, leemos más que nunca, parecería que ha dejado de ser la lectura esa actividad tan llena de cualidades, como la concebía el autor de El jardín de senderos que se bifurcan. Uno podría decir que, más que resignada, ahora es distraída. Si no fuera así, no se entiende por qué se cometen al escribir tantas erratas «de sustracción» (llamémoslas así) de tildes diacríticas y nadie repara después en ello lo suficiente.

La tilde diacrítica es la que permite distinguir palabras que se escriben igual, pero que tienen significados distintos y presentan diferente pronunciación. Para la Ortografía de la lengua española, se utiliza «a fin de diferenciar en la escritura ciertas palabras de igual forma, pero distinto significado, que se oponen entre sí por ser una de ellas tónica y la otra átona» y que generalmente (y esta diferenciación es muy importante) pertenecen a categorías gramaticales distintas.

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