Una celebrity, la it girl del momento, luce un total look en negro con animal print en el front row de Madrid Fashion Week. Su acompañante lleva una barba hipster, a lo que también contribuye su outfit de estilo gentleman moderno, muy trendy.
Seguro que algún egoblogger se lo copia para su bitácora de street style. ¡Espera! La pareja se está haciendo un selfie junto a una glamurosa top model que lleva sandalias glitter.
Este texto puede resultar ininteligible para una persona que no acostumbra a leer información sobre moda, pero estos anglicismos son habituales en blogs (otro anglicismo) y artículos periodísticos pese a que la Fundación del Español Urgente (Fundéu) sugiere siempre «buscar la palabra alternativa en español», explica a Efe Estilo el coordinador general de Fundéu, Javier Lascurain.
El mundo de la moda es caprichoso, y parece que si no sueltas varios anglicismos por minuto no eres nadie. Son el miedo a sentirse aislado, «el desconocimiento hacia nuestro propio idioma o la fascinación por lo ajeno», considera Lascurain, los que propician que los expertos que trabajan en este sector sigan una especie de inercia lingüística al introducir anglicismos en el lenguaje.
Pero, ¿vale todo con tal de ser cool? «Lo ideal sería que, si existe una palabra en español tan eficaz para describir el concepto como el término inglés, se opte por el vocablo castellano», asevera Lascurain, «¿por qué decir must cuando existe imprescindible?».
La sobreabundancia de extranjerismos en la jerga de la moda —desde anglicismos a palabras de origen francés como glamour, atelier o prêt-à-porter— pone en riesgo la pureza de un idioma que, aparte de poseer 400 millones de hablantes en todo el mundo, es uno de los más ricos en palabras. Sin embargo, no se trata de llevar a cabo una cruzada contra todos los extranjerismos, «a veces, el uso del anglicismo es inevitable y más eficaz», matiza Lascurain.
La autofoto o selfie, el asunto que se expande de forma viral o meme y el after sex, una imagen que las parejas se toman después de practicar sexo, son algunas de las expresiones anglosajonas que se han popularizado desde que las redes sociales se convirtieron en el nuevo altavoz de nuestra vida íntima, cada vez menos secreta.
Los tipos de estilismo, (¿o looks?) se apropian de palabras que tienen su origen en corrientes musicales. Llevar una vestimenta rockera o punk, además de un make up (maquillaje) grunge, que se consigue por otra parte con un buen eyeliner negro, son algunos ejemplos de cómo la moda se etiqueta en inglés, un idioma que basa su universalización en la simpleza de sus construcciones.
Outfits (conjuntos) casuales, underground, hippies, boho-chic o tipo lady son lo más en un egoblog o bitácora donde un amante de la moda, normalmente una it girl o un it boy (chica o chico que marcan tendencia) luce su particular estilo, «retuiteado», «instagrameado» o «posteado» después por miles de followers (seguidores) que concederán un like a sus favoritos.
El engranaje del mundo de la moda está escrito en inglés, un punto de encuentro idiomático en el que modelos, diseñadores, socialités (uno más), blogueros y periodistas logran entenderse en cualquier pasarela del mundo.
Así, todos ellos saben que en el backstage encontrarán a los modelos dándose los últimos retoques antes de un shooting (sesión fotográfica) o de un desfile, que además exige un fitting (prueba de vestuario), donde sin duda se exhibirán las tendencias más fashion de la temporada, palabra de coolhunter (cazatendencias).
Además, los especialistas saben que las firmas, a través de sus gabinetes de comunicación, organizan un press day para presentar las nuevas colecciones a los medios de comunicación, o una pequeña fiesta en la que, si te invitan, debes preguntar por el dress code (código de vestimenta). Todo con tal de averiguar cuál será el must o imprescindible de la temporada. Para volverse crazy.