Desde la invención de la imprenta, que las frases acabaran con punto era una verdad tan asumida, que incluso las cabeceras de algunos diarios lo llevaban: «The Times.», por ejemplo. En 1929, Stanley Morison pidió audiencia a los mandamases del rotativo británico para hacerles una propuesta tipográfica nueva. Morison consideraba que la letra que utilizaban no era ni clara ni elegante, y él tenía en mente otra, que estaría en consonancia con la calidad y el prestigio del diario londinense. Lo explica el diseñador Enric Satué, en el libro Arte en la tipografía y tipografía en el arte.
Cuando Morison se despidió de aquellos caballeros, les dijo que el punto que cerraba la cabecera era innecesario y anticuado, y que si aceptaban la nueva letra, no hacía falta que se lo comunicaran personalmente, con que sacaran el punto de la cabecera sería suficiente. Al cabo de dos meses, The Times se publicó sin el punto y Morison supo que su propuesta, con la ayuda imprescindible de Victor Lardent, había sido aprobada. Así nació el tipo Times, «de extraordinaria elegancia y refinamiento tipográficos», según Satué.
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