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Mar Marín (Agencia EFE)

Mirandés, la lengua «dulce y guapa» de Astérix conservada en Portugal

La lhéngua mirandesa es «dulce como una granada, guapa y campechana». Así reza la ley que, hace 20 años, consagró el mirandés como segundo idioma oficial de Portugal para preservar esta joya de la cultura ibérica con ocho siglos de existencia que «habla» incluso Astérix.

Derivado del asturleonés que se extendió por el noroeste de la península, el mirandés se ha conservado en la comarca de Miranda do Douro, en la región lusa de Tras-Os-Montes, a pocos kilómetros de la frontera española, una de las zonas del interior portugués más castigadas por la despoblación.

Se estima que apenas unas 10 000 personas manejan esta lengua, ligada a la tierra y la agricultura, que se estudia en los colegios de Miranda y que «hablan» ya personajes tan populares como Astérix y el Principito, solo por citar algunos de los títulos traducidos para animar a los más pequeños a aprender mirandés.

Como no podía ser de otra manera en Portugal, la lista incluye también Os Lusíadas, la obra cumbre de la literatura portuguesa sobre la epopeya del descubridor Vasco de Gama.

Paulo Meirinhos es, además de un reconocido músico y luthier, uno de los «guardianes» del mirandés. Rescata la memoria musical de la frontera y enseña antiguas cantigas en el colegio, para que los jóvenes se empapen de la tradición.

Relata a Efe cómo hasta su reconocimiento como segunda lengua de Portugal, con la ley aprobada en 1999, el mirandés se asociaba a pallantres (atrasados, cazurros).

Durante los muchos años en los que hablarlo era motivo de vergüenza -en especial durante el llamado estado novo, la última dictadura portuguesa- «se perdió mucho», lamenta. Pero no todo.

En un pequeño bar de la aldea de Povoa, Aníbal y Aurora hablan mirandés con sus vecinos. Como muchos otros, emigraron a Francia en busca de una oportunidad, pero terminaron por volver a sus raíces.

Cuando se siente en confianza, Aurora se arranca a cantar, su pasión desde la infancia. Fue así como Paulo descubrió que, a sus 73 años, era la única mirandesa que recordaba la letra de la Las tres marras, una vieja canción sobre los amores en la frontera, un clásico de la cultura popular de la región.

«Los jóvenes ya no hablan mirandés», lamenta Emidio, un agricultor de 66 años que emigró también a París -donde trabajó como camarero en locales del nivel del Moulin Rouge, presume- y que conversa con sus amigos con las palabras que aprendió de sus padres.

«Fue mi primera lengua», evoca Emidio. Pero es pesimista: «Cuando nuestra generación desaparezca, nadie va a hablar mirandés».

Duarte Martins se esfuerza en mantenerla viva. Es profesor en Miranda y trata de inculcar a los más jóvenes la importancia de preservar el mirandés.

Para lograr su atención, recupera historias que atrapan la curiosidad de los niños, como las mañas del contrabando en la frontera con España.

En su relato aparecen spanholos (españoles), fardos (cargas), sinholos (rodillas), guindaletas (cuerdas), bino (vino), pechorras (cántaros de barro), rapazes (niños), lhuna (luna), auga (agua) y bocas sin atadeiro (chismosos).

Es una lengua «de transmisión oral», explica Martins, autor de los manuales escolares de mirandés.

Este joven profesor lamenta que la lengua se pierda poco a poco, no sólo porque su enseñanza no es obligatoria, sino porque la despoblación aleja a los jóvenes: «Los pueblos se vacían».

Un futuro incierto para una lengua «culta, de reyes y de corte», que tras la desaparición del Reino de León (1230) «quedó relegada a zonas rurales, vinculada a la gente del campo y la agricultura».

En el colegio, 180 niños aprenden mirandés, pero no todos lo hablan en casa ni entre los amigos, y, advierte Duarte, ese es el riesgo.

Hugo sí lo habla. Es el idioma que utiliza para jugar en su aldea. Y lo explica en mirandés: «es uma lhéngua que é falada en mi casa, cuando estou com os meus familiares o meus amigos de la aldea».

Hoy, el mirandés pelea por incorporar términos ligados a la modernidad, como alicóptero (helicóptero) ó telemoblé (móvil) y aprovecha el impacto de internet para llegar a todos los rincones.

No en vano, bromea Emidio, el mirandés fue el primero en utilizar algo tan actual como You tube (yo tuve).

 

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