Pasada ya con éxito la celebración del WorldPride 2017 en Madrid, lo traemos a la actualidad para hablar de lengua española. En primer lugar, para preguntarnos: ¿por qué no lo hemos llamado Orgullo Mundial? Hemos oído cosas del tipo guolpride, goldpraid y similares. En la patria de la «relaxing cup de café con leche», la opción por hispanizar anglicismos debería ser una cuestión de aceptación de nuestra inutilidad con los idiomas y no tanto de preservación del honor del español frente al inglés.
La segunda cuestión: ¿hay palabras trans? Si el género de las palabras es fundamentalmente algo gramatical (la ventana es de género femenino) y el sexo una cuestión de identidad (una ventana carece de sexo, pero es de género femenino), las palabras del español que cabrían dentro de la T (de transgénero) de la sigla LGTB serían todas aquellas que han cambiado de masculino a femenino o de femenino a masculino a lo largo de la historia. El español nos proporciona muestras de todo tipo de trasvases, ampliaciones y cambios de esta clase. De hecho, en esto del género vemos que en las palabras casi nada es para siempre y que en ellas, como en las personas, lo del género es más una opción que una obligación de naturaleza o nacimiento (lo que, para el caso de la lengua, viene a ser la etimología).
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