Palabras como celo, futbolín, tirita, bótox, gominolas o licra forman parte del lenguaje cotidiano y, de hecho, son términos recogidos en el Diccionario de la lengua española. Sin embargo, estos vocablos también son marcas registradas. Existen en total 129 ejemplos de nombres que, normalmente por su éxito, se han integrado en nuestro idioma.
Las empresas que tienen registradas estas marcas deben mantener una lucha legal activa de defensa para que estos signos no caigan en la vulgarización. «Aunque estas palabras se utilicen como términos genéricos para definir un producto, son marcas, y sólo sus titulares tienen derecho a utilizarlo. En este sentido, es esencial que los departamentos jurídicos de estas empresas estén vigilantes y que examinen quién la utiliza y cómo», apunta Alberto Rabadán, director de marcas de Pons Patentes y Marcas.
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