El interesado afirma que ha buscado la palabra en «el» diccionario (aunque no especifica en cuál) y que no la ha encontrado. De aquí deduce que la palabra en cuestión no existe. Recuerdo entonces a don Miguel de Unamuno quien, cuando alguien le hacía notar que alguna de las voces que usaba no constaba en el diccionario académico, sentenciaba: «Ya la pondrán».
Para muchas personas la inclusión en cualquier diccionario es la prueba irrefutable de la existencia de una voz, pero no siempre es así.
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