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Agencia EFE

Luis Mateo Díez elogia a las academias en la forja de una «conciencia común» de la lengua

La lengua española es mucho más que el siete u ocho por ciento de sus hablantes en la península ibérica e islas, es una comunidad lingüística que aglutina a una veintena de países en América unidos por una «conciencia común» en torno a un mismo idioma, gracias al papel de sus respectivas academias.

«El español peninsular somos el ocho por ciento del total», se ha apresurado a recordar el escritor y académico Luis Mateo Díez para desterrar cualquier atisbo de supremacía o preponderancia en el país donde nació la lengua común que hablan en el mundo cerca de seiscientos millones de personas, como materna o extranjera.

Las academias «han contribuido a fortalecer, crear y cuidar un poco esa conciencia común del español; eso es muy importante y ahí estamos todos» concernidos a través de un mismo diccionario, gramática y ortografía «pactados», pero sin merma, ha agregado, de la «gran creatividad coloquial» que atesora.

Es fruto de «una riqueza enorme si se da el salto desde España a México, Argentina, Bolivia y Ecuador: es un mundo infinito», ha insistido durante una rueda de prensa antes de pronunciar, el viernes por la tarde, el pregón de la 57.ª Feria del Libro de Valladolid (FLV), que tiene a México como país invitado.

Libros y libertad

Un elogio del libro como elemento de salvaguarda y coraza frente al «asedio tecnológico» de estos tiempos, ha desgranado el último Premio Cervantes y autor de El amo de la pista, su última novela de la que hablará con los lectores en la feria recién inaugurada.

«Vivimos unos momentos en que los excesos de realidad y de actualidad, el asedio de los medios tecnológicos, produce un cierto saqueo de lo que somos, de nuestro interior», de ahí el necesario «espacio de experiencia» que se encuentra en el pensamiento y en el arte como un elemento «para retrotraernos» y «evitar esa invasión».

Luis Mateo Díez ha reivindicado el «poder de la imaginación» contenido en todo proceso creativo, en forma de libro, música o pensamiento, «para fortalecernos» del efecto y consecuencia de esos «artilugios fascinantes y maravillosos» que permiten, entre otras virtudes o defectos, «arrinconar, delegar la memoria».

El intelectual

El actual es otro mundo, otra época, una nueva era de la que han desaparecido referentes como la figura del intelectual que «aportaba alguna luz para mostrar con sentido crítico algo de lo que está pasando más allá de los sucesos que nos avasallan en la actualidad», un papel que ahora desempeñan en buena medida los escritores, ha añadido con cierta resignación.

En este contexto, a la hora de escribir, Luis Mateo Díez se ha desentendido de las exigencias «del interés de determinadas modas, asuntos y problemas de la sociedad en que vivimos» a la hora de elegir un tema o argumento.

«Escribo de lo que me da la gana» y «en toda mi carrera nadie ha interferido en mi libertad como escritor», ni modas ni otros intereses, ha afirmado.

Ha entendido que, si bien todas las grandes novelas han sido deudoras de su tiempo, «eso no quiere decir que sean testimoniales», y en su caso no le interesan ni las noticias ni la realidad del momento, sino «el sustrato de lo que pasa». 

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