Así lo ha señalado García Montero en su discurso de apertura del curso de verano que la institución celebra en su sede central de Madrid y que, en su segunda edición, aborda El futuro de la lengua española en el mundo.
En este sentido, señaló que el español es «una lengua de compromiso democrático». Y, agregó, «si nos tomamos en serio» la competencia de los idiomas, «como una competencia que debe garantizar un intercambio cultural», la lengua española «ayuda mucho a trabajar».
«Tomarse en serio el español no significa competir con el inglés. Una visión democrática de la identidad no es una visión cerrada, sino se trata de tomarse en serio lo nuestro para desarrollar nuestro trabajo», resaltó.
García Montero también manifestó durante su intervención que el español tiene que pensar «su pasado», y «aprenderse a pensarse asimismo con verdadero orgullo democrático».
«Buena parte del relato del idioma español lo han hecho identidades que tenían interés en fundar una mala historia sobre España para justificar su propia vocación de dominio. No hay civilización inocente. Pocas responsabilidades podemos pedirle a los conquistadores del siglo XVI cuando en el siglo XX hemos construido bombas y campos de refugiados», criticó.
En su opinión, si queremos que nuestro idioma «trabaje por la democracia», el primer reto es convertirlo «en una lengua de ciencia y tecnología», porque así se podrá «desarrollar democráticamente en condiciones de igualdad América Latina».
«Me parece un disparate que buena parte del pensamiento científico hispánico tenga por obligación que publicarse en inglés y que no seamos capaces de promover soportes digitales en español donde se pueda desarrollar nuestro pensamiento científico y técnico», agregó.
Además, García Montero afirmó que «el diálogo con el otro en la América española fue más profundo que en la América norteamericana», y por eso no entiende que en la actualidad en universidades estadounidenses como Harvard sus profesores se «siguen aliando con el pijerío anglosajón hablando del Cervantes y del español como un proyecto imperialista».
«La tarea de los tontos es siempre aliarse con el enemigo», aseveró.