Cada día vemos tantos errores gramaticales en los medios, y tantos más aún en las comunicaciones personales, que los asuntos listados a continuación pueden parecer bastante baladíes.
Pero el hecho de que abunden errores lingüísticos «graves» como el queísmo, el leísmo y otros no tiene por qué hacernos olvidar otras cuestiones más sutiles e incluso curiosas.
Por ejemplo, es frecuente la hipercorrección, también llamada supercorrección o ultracorrección. Consiste en «corregir» innecesariamente palabras con formación irregular pensando que lo correcto es que se parezcan a las regulares. Por tanto, se da precisamente en personas que tratan de escribir correctamente. Algunos ejemplos de hipercorrección son los siguientes:
• Escribir «desaveniencia»* en lugar de «desavenencia».
• Escribir «erudicción»* o «sujección»* en lugar de «erudición» y «sujeción».
• Escribir «transladar»* o «translado»*, que son incorrectas.
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