«Es raro para un argentino leer a Dostoieviski hablando como un madrileño, ¿por qué habla como un madrileño de hoy alguien que es un ruso del siglo XIX? Es algo de difícil solución, pero lo fundamental es plantear todo lo posible para abrir el debate», dijo a Efe el argentino Pablo Ingberg, traductor y organizador de las Jornadas Internacionales de Traducción Comparada.
La cita arrancó este jueves y se extenderá hasta el próximo sábado, en tres días en los que los profesionales que llegaron a la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de Buenos Aires compararán cómo son los casos de ocho lenguas: castellano, francés, inglés, alemán, italiano, quechua, chino y árabe.
Todos ellos son idiomas que se hablan en más de un país y que por lo tanto poseen diferentes dialectos que hacen que las traducciones de libros presenten palabras y expresiones que en otro país no coinciden.
En el caso del español, lengua con 500 millones de hablantes en el planeta, un vehículo con ruedas que transporta a una multitud de personas se trata de un autobús en España, un camión en México, una guagua en Cuba y un colectivo en Argentina.
Y, por ejemplo, si un colombiano leyera el vos rioplatense en una traducción, no se sentiría identificado.
Pero, para Ingberg, licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires y traductor de obras de Shakespeare y autores griegos y latinos, el debate de las palabras es la parte «superficial», mientras que el grano está en otro lugar.
«Si fuera fácil encontrar una solución no harían falta estas jornadas, que justamente son para poner en evidencia la problemática, lo que pasa en distintas lenguas y las similaridades que tienen con los problemas de traducción», recalcó.
Durante las jornadas habrá conferencias sobre el enfoque dialectológico de las traducciones pero también sobre el enfoque glotopolítico, paneles sobre los casos específicos de cada lengua y, para cerrar, lectura de poesía original y traducción en vivo a cargo de los participantes de las jornadas.
Las jornadas las abrió un texto titulado La traducción como milagro, escrito por quien hasta julio fue director de la Biblioteca Nacional, Alberto Manguel, ausente por motivos personales y que renunció a su puesto por motivos de salud.
Durante la primera conferencia, la que dio el presidente de la Academia Argentina de las Letras y miembro correspondiente de la Real Academia Española, José Luis Moure, surgió el tema del lenguaje inclusivo.
Moure dijo que, aunque se trata de una reivindicación sobre una situación «injusta y criticable», el lenguaje inclusivo está «destinado al fracaso» porque los cambios en los idiomas «son siempre de abajo a arriba» mientras que este procede de un sector de la población.
Según Ingberg, el lenguaje inclusivo «todavía» no es un problema para la traducción.
«Uno traduce cosas al lenguaje del pasado, no del futuro», insistió, al tiempo que dijo que en las traducciones al español, los profesionales pueden traducir algunos términos de manera inclusiva, como poner «las personas invitadas, en vez de los invitados».