Es decir, que una palabra o frase para incorporarse totalmente al idioma pasa por un proceso de adaptación, que puede ser más o menos largo: unos se castellanizan más rápido que otros debido al uso frecuente. Pensemos en el galicismo croissant, ahora, cruasán, en el anglicismo whatsapp > watsap; el italianismo spagguetti> espagueti… Estas palabras provenientes de otras lenguas que se usan en la comunicación diaria, y que se han incorporado totalmente al vocabulario del castellano y adaptado su pronunciación y ortografía, son los verdaderos préstamos.
Un préstamo se define como «el proceso por el cual una lengua adquiere una palabra que no la tenía y que pertenece al léxico de otra lengua» (Cfr. Antonio Quilis y otros, 1999: 353). Son necesarios en la evolución y desarrollo de una lengua, especialmente, para nombrar nuevas realidades. En cambio, los extranjerismos crudos o no adaptados son «aquellas voces de otros idiomas que se usan en textos escritos en español sin que hayan sufrido adaptación formal para adecuarse a los patrones gráfico-fonológicos de nuestra lengua, de forma que conservan su grafía y su pronunciación originarias» (Ortografía básica de la lengua española, 2012: 159). Desde el Diccionario manual e ilustrado de la lengua española (1927), estos extranjerismos se escriben en cursiva y no en letra redonda: lunch, coach, stand by, etc.
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