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Agencia EFE / Fundéu 

Los cambios lingüísticos impulsados por las instituciones son más rápidos

Los cambios lingüísticos impulsados por una institución formal como la RAE tienen efectos mucho más rápidos que los que proponen instituciones informales o los que surgen de modo espontáneo entre los hablantes.

Esa es una de las conclusiones del trabajo de físicos y matemáticos de las universidades City y Queen Mary de Londres y de la Universidad de Barcelona (UB), que investigan la evolución del lenguaje a partir de la observación de los 2 541 cambios de normas lingüísticas que han tenido lugar durante los dos últimos siglos en las lenguas española e inglesa.

La revista científica Proceedings of the Natural Academy of Sciences (PNAS) ha publicado el estudio que han llevado a cabo los investigadores del Instituto de Sistemas Complejos de la UB (UBICS) Albert Díaz-Guilera y Roberta Amato; Lucas Lacasa, de la Universidad Queen Mary de Londres, y Andrea Baronchelli, profesor en la City de Londres y coordinador del trabajo.

En una nota de prensa, el físico Albert Díaz-Guilera, que es el director del UBICS, explica que en este trabajo han «identificado diferentes patrones para adoptar la norma lingüística en función de si se trata de un cambio espontáneo o sigue los cambios propuestos por una institución».

Además, los expertos proponen «un modelo matemático simple que reproduce todas las observaciones empíricas y que permite mejorar nuestro conocimiento de la evolución cultural del lenguaje y del comportamiento colectivo en respuesta a ciertas propuestas».

En el análisis de los datos, los autores han identificado tres conductas diferentes en función de si el origen del cambio es una institución formal, una institución informal o espontáneo.

Díaz-Guilera explica que cuando el cambio lo propone una institución formal es «prácticamente inmediato» y en el resto son más lentos.

El coordinador de la investigación, el matemático Andrea Baronchelli, subraya que este estudio tiene muchas implicaciones porque los mecanismos que han identificado también pueden aplicarse en otros campos además del de la lengua para comprobar teorías de cambios.

«Varios grupos, desde gobiernos hasta organizaciones privadas, intentan influenciar conductas convencionales y creencias, y sabemos que las redes sociales están agilizando el proceso de cambio de comportamiento colectivo», ha explicado el experto.

Según Baronchelli, entender cómo cambian las normas sociales, y qué marcas deja este cambio en los datos, nos ayudará a entender mejor nuestra sociedad y perfilar las intervenciones orientadas a contrastar efectos no deseados.

Para llevar a cabo el estudio se ha utilizado Google Ngram Corpora, una base de datos que contiene más de cinco millones de textos digitalizados con la colaboración de miles de bibliotecas de todo el mundo, y que también ofrece un barómetro sobre el cambio de léxico.

Como ejemplo de los cambios normativos propuestos por una institución formal estudiados, Diaz-Guilera cita los casos de las normas que en 1815 y 1884 introdujo la Real Academia Española (RAE).

En el primero, ciertas palabras que se escribían con q pasaban a escribirse con c, como quadro-cuadro o quando-cuando, y, en el segundo, algunas palabras pasaron a estar acentuadas (guion-guión) o doblaban la r (virey-virrey).

«En estos casos, a partir del mismo año ya se ve que se utiliza de forma generalizada el cambio que propone la RAE», apunta el investigador.

En los casos en que el cambio lo propuso una institución informal, Roberta Amato, estudiante de doctorado de la UB y coautora del estudio, pone como ejemplo el de los nuevos diccionarios publicados en Estados Unidos durante los siglos XIX y XX.

Amato explica que para estudiarlos se analizaron «millones de libros digitalizados por Google y se tomaron ejemplos de la aparición de la ortografía del inglés  en Norteamérica, como los cambios de behaviour a behavior, o analyse por analyze».

El tercer grupo estudiado es el de los procesos espontáneos que tienen lugar fuera de las instituciones y que surgen cuando un número de usuarios prefiere la nueva convención en vez de la antigua.

En este caso, los investigadores han estudiado el uso de las dos formas del subjuntivo en español anduviera o anduviese y el de la utilización o no del acento en el adverbio solo, para el que hasta hace poco era aceptado la tilde diacrítica y que una norma muy reciente de la RAE elimina completamente.

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