Esta es una de las principales conclusiones del debate «Manuales de estilo clásicos en la era de internet», celebrado hoy en la segunda jornada del X Seminario Internacional de Lengua y Periodismo «Manuales de estilo en la era de la marca personal», organizado por la Fundación San Millán y la Fundación del Español Urgente, promovida por la Agencia Efe y BBVA.
Lingüistas y periodistas, en este debate, han contrastado puntos de vista sobre si son necesarios o, incluso, viables, los manuales de estilo en un momento en el que los medios digitales son los protagonistas de la comunicación, por encima de los formatos tradicionales de papel, radio y televisión.
Y eso supone muchos condicionantes que no existían antes: principalmente el que los medios de comunicación se han multiplicado, pero también el que se exige inmediatez para todo, incluido el de fijar un estilo propio.
«Ahora hay que responder a una duda sobre el estilo del medio y sobre la corrección al momento, no se puede esperar tres años a que se publique el manual en papel», ha dicho la fundadora de la revista Yotokobu, Mar Abad.
Ha recordado que muchos periodistas «ahora trabajan solos en su casa», «hay bastantes que son un medio de comunicación en sí mismo» y «no tienen la capacidad de competir con los manuales de estilo de los grandes medios».
Pero además, ha incidido, hay otros factores que influyen en el periodismo en la red, como «la dependencia tremenda de facebook» que «obliga a que, en vez de informar, haya que intrigar al lector» y «hablarle como si estuviera en la barra del bar» para «posicionar la noticia que escribes en las redes sociales».
Otra cosa que debería recogerse en los manuales de estilo para internet es «cómo tratar el periodismo hecho por las marcas» porque, en la actualidad, «grandes multinacionales invierten mucho en facilitar artículos que parecen periodismo».
También ha introducido el debate el presidente de Wikimedia —la compañía que promueve la enciclopedia en red Wikipedia— en España, Santiago Navarro, quien ha detallado que existen en el mundo 291 wikipedias diferentes y 99 de ellas tienen un manual de estilo, entre ellas el de esta enciclopedia en español.
«Cualquier persona puede hacer aportaciones al manual, pero siempre nos basamos en lo que está bien, en lo que es correcto, porque si lo que se lee es importante, es importante que esté bien escrito», ha dicho, «y si estamos en un momento de cambio para los medios, hay que ayudar a que se haga bien», ha concluido.
La profesora de la Universidad del País Vasco, María José Cantalapiedra, ha explicado que el proyecto «libro de estilo.com», promovido en esa universidad, busca ser «un libro de estilo único y múltiple» que «está a disposición de quien quiera comunicar».
Además de cuestiones lingüísticas, aborda temas técnicos, como, por ejemplo, cómo incluir enlaces en un texto o aludir a las fuentes de información; y «ahora se va a incluir una parte sobre cómo tratar temas sensibles», en referencia a «los suicidios, la violencia contra la mujer o la libertad religiosa».
«Son cuestiones que debe resolver cada medio para tener su propia personalidad, pero ofrecemos una opción a quien no tiene posibilidades de crear un manual propio», ha detallado.
El director del servicio en español de la agencia Associated Press, Alejandro Manrique, ha incidido en que «precisamente porque el concepto de medio de comunicación ha cambiado, hacen falta manuales» para establecer «principios y estándares sobre cómo se hace el periodismo y cuándo se hace periodismo».
Ha coincidido en que esos manuales deben incluir criterios para «abordar temas controvertidos», como «qué es la privacidad, de qué no se debe escribir o qué es un plagio» y, «finalmente, la esencia del oficio periodístico debe tender a un manual de estilo que sea un consultorio ético urgente».
En esta línea, el periodista y creador del proyecto «Prodigioso volcán», Mario Tascón, ha criticado que los manuales de estilo actuales «no recogen cosas de las que parece que los periodistas son los últimos en enterarse», como «la repercusión de la ley mordaza, el uso de datos privados o el derecho al olvido».
«Podemos hablar de zarandajas, pero hay que saber quiénes son los que mandan, para quién hacemos las cosas y que ellos son los que ponen el estilo», ha concluido.