Pero muchas palabras no son de uso frecuente ni generalizado por el grueso de las personas, por ser ajenas a su cotidianidad. Eso se debe a que son voces expresadas en determinadas circunstancias o muy acotados círculos laborales u oficios.
Un ejemplo es la palabra chaira, que no es más que la cuchilla que usan los zapateros para cortar la suela, pero también así se llama el cilindro de acero con mango que utilizan los carniceros y otros oficiales para afilar sus cuchillas.
(…) Otro ejemplo es el caramillo, una rústica flautilla de caña, madera o hueso, con sonido muy agudo que utiliza el afilador de cuchillos, navajas, tijeras, machetes y otros artículos diseñados para cortar y rebanar, con la idea de llamar la atención de la gente, sobre todo de las amas de casa de las colonias populares, para que salgan a solicitar sus servicios.
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