El resto de palabras se reparten entre las agudas (un 17%) y las esdrújulas que, aunque resulten más llamativas en el habla, en el fondo no representan ni un 3% del vocabulario. Algo totalmente diferente a lo que sucede con otros idiomas europeos también derivados de la misma raíz común. En el italiano, por ejemplo, las palabras que más abundan son las esdrújulas y en el francés, las agudas.
Esa gran cantidad de palabras llanas dota al idioma español de una sonoridad especial que permite distinguirlo de otros, incluso cuando el oyente no habla español o cuando el que lo habla no acaba de entender toda la conversación.
La entonación de un idioma es conocida como prosodia, un término que procede del griego, lo que ya denota lo antiguo de la disciplina. Sin embargo, y a pesar de los siglos que se lleva estudiando el tema, los investigadores no acaban de explicarse esta curiosa particularidad del español.
Leer más en www.yorokobu.es.