Más de 8.000 personas han acudido a las actividades desarrolladas dentro del Congreso, para el que se acreditaron 287 periodistas, según los datos aportados por el secretario general del Instituto Cervantes, Rafael Rodríguez-Ponga.
Académicos, escritores, artistas y creadores se han reunido en San Juan dentro de este congreso para homenajear a Miguel de Cervantes, en el cuarto centenario de su muerte, al igual que al Inca Garcilaso de la Vega, y a Rubén Darío, en el primer centenario, a los que se han sumado los realizados a Pedro Salinas y Juan Ramón Jiménez.
Rodríguez-Ponga ha agradecido a los reyes de España el esfuerzo realizado para acudir a Puerto Rico para presidir la inauguración del congreso, poniendo de manifiesto su continuo apoyo a la cultura y lengua en español.
«Después de tanto puertorriqueñismo y puertorriqueñeidad, estamos puertorriqueñeizados para siempre», señaló.
El secretario general del Cervantes explicó cómo los asistentes a estas jornadas comparten su amor por la lengua española, «la que contra viento y marea será la lengua de Puerto Rico».
«Puerto Rico es un ejemplo mundial de lealtad lingüística y reivindicación de libertad cultural», señaló Rodríguez-Ponga, que hizo un elogio de los profesores de español.
El director de la Real Academia de la Lengua Puertorriqueña, José Luis Vega, definió este congreso como el primero celebrado en un país antillano y recordó la heterogeneidad del idioma que hablan 500 millones de personas de las que solo el 10 por ciento (47 millones) son españoles, mientras que 51 lo hablan en Estados Unidos y 120 en México.
No obstante, reconoció que, de las 22 naciones que comparten la lengua española, ninguna como España ha invertido tanto capital simbólico de hacer del idioma una herramienta de todos.
«Hablar del español de Puerto Rico es un asunto de derecho propio que pertenece al ámbito de la lengua española en América y más concretamente del Caribe», dijo Vega.
Es un español «pueblerino, marinero, isleño y meridional. Se ajibaró, se acriolló y se derramó sobre zonas urbanas. Un español de gran creatividad, resistencia y contenido literario», señaló el académico, que expresó su orgullo «por el idioma que somos y hablamos».
Pero advirtió de que «la lengua no puede abandonarse a la propia suerte» y expresó su preocupación por la tendencia «que arremete contra las recomendaciones de rigor o pulimiento de estilo» cuando este afán se trata de un «asunto de justicia social»: «el idioma es poder y contiene sus propias contraseñas de inclusión y exclusión que debemos conocer».
El cubano Leonardo Padura, que lamentó que no haya habido presencia oficial de ningún miembro de la Academia cubana de la Lengua por problemas con el visado, pronunció un discurso titulado La ciudad de las palabras.
Padura recordó que no existe otra ciudad que como La Habana haya cuajado su imagen singular «empleando muros de piedra y argamasa de palabras».
Y explicó como en Cuba, al igual que en Puerto Rico, al margen de la política de emancipación, surgió el empeño de crear un pueblo con rasgos propios antes del país independiente.
La autora puertorriqueña Luce López-Baralt habló del diálogo entorno a Cervantes de los escritores a ambos lados del Atlántico y recordó cómo «los cronistas vieron las Américas bajo el prisma de las novelas de caballería» y defendió que «Cervantes, íntimamente, amaba lo sobrenatural».