El lanzamiento de El buen uso del español, el último libro de la Real Academia Española (RAE), evidenció el deseo de acercar a la gente a los complejos temas que trata la prestigiosa institución.
«Estamos preocupados por la enseñanza de la lengua», le dijo a EL TIEMPO el académico Salvador Gutiérrez. De hecho, durante la presentación del libro, a mediados de diciembre, se inició un ciclo de conversaciones «para abrir la academia a los profesores, sobre todo a los de enseñanza media», contó el experto español.
A propósito de la intención de la RAE, el profesor Cleóbulo Sabogal, de la Academia Colombiana de la Lengua, dice que «no hay que creer que existe un muro que nos separa: el lenguaje coloquial, el que todos utilizamos, es el que los académicos analizan en libros como el lanzado recientemente».
Carmen Millán, directora del Instituto Caro y Cuervo, opina que la Academia se dio cuenta de la dificultad de seguirles el paso a las transformaciones del idioma. «Unos son los tiempos de la sociedad y otros, los de la Academia: la primera va a una velocidad que a la segunda le cuesta mantener. El idioma evoluciona constantemente, respondiendo a dinámicas sociales muy complejas, y la Academia debe tomarse el tiempo para estudiar qué cambios vale la pena instituir y cuáles no», comenta Millán, doctora en Español de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE. UU.).
El delegado para Colombia de la Fundación Español Urgente (Fundéu BBVA), Fernando Ávila, cree que iniciativas como la de la RAE, que incentivan un mejor uso del español, son necesarias para mantener la calidad de una lengua hablada por unos 500 millones de personas. «Si cada quien acomoda las estructuras idiomáticas, tanto léxicas como sintácticas, es fácil que reine la incomunicación», advierte.
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