El entonces gobernador, William Harding, firmó el 23 de mayo de 1918 la denominada Proclamación Babel, que prohibía el uso en público de cualquier idioma extranjero, incluyendo en las escuelas, el latín en las iglesias, en los trenes o por teléfono.
En especial, la restricción iba dirigida al alemán, «el idioma del enemigo» según la orden ejecutiva, en referencia al enfrentamiento bélico que EE. UU. mantenía contra Alemania en aquel entonces, en plena Primera Guerra Mundial.
Ante las protestas de que se esta medida estaría violando la libertad de expresión garantizada por la Constitución, el Gobernador afirmó que ese derecho solamente se aplicaba a quienes hablaran inglés.
«Todo fue motivado por un sentimiento de Harding contrario a los alemanes», declaró hoy a Efe el profesor de inglés y lingüista Dennis Baron, de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.
La prohibición fue derogada dos años después, pero también incluyó a los inmigrantes holandeses y escandinavos que habitaban el estado.
«A pesar de ser aliados en la guerra, sus idiomas eran considerados similares al alemán, y por lo tanto debían ser proscriptos para evitar su uso en posibles actividades de espionaje», agregó.
En su opinión, el sentimiento contrario a los idiomas extranjeros que motivó la proclamación persistió en el tiempo y «hoy se manifiesta» en los incidentes recientes de Nueva York y Montana.
En Nueva York, un abogado se enfureció porque los empleados de un restaurante hablaban español y los amenazó con llamar a Inmigración, mientras que en la ciudad de Havre (Montana), a 50 kilómetros de la frontera con Canadá, un guardia de la Patrulla Fronteriza retuvo a dos ciudadanas estadounidenses que hablaban español al considerarlo «inusual».
Este hecho no es nuevo, pues se han registrado en los últimos años incidentes similares de personas que se quejan de que se usa el español en comercios o lugares públicos.
Baron recordó que el inglés no es el idioma oficial en Estados Unidos, un país donde se hablan más de 350 lenguas y que tiene más hispanohablantes que España y Colombia, muchos de los cuales (más de 37 millones en 2015, según datos del Pew Research Center) lo usan a diario en sus casas.
«Es el síndrome del ‘esto es América, habla inglés’ que parecen sufrir quienes agreden a los inmigrantes», expresó Baron, quien recordó que el presidente Donald Trump empleó una consigna similar durante la campaña, para criticar a su rival republicano en las primarias Jeb Bush por «hablar en mexicano» y no dar el ejemplo de hacerlo en inglés.
Jason Noble, profesor de secundaria y expresidente de la Asociación de Idiomas del Mundo de Iowa, dijo a Efe que se sentía «triste» tras ver los videos de los incidentes de Nueva York y Montana porque es su costumbre hablar español en público.
«Agradezco no haberme enfrentado nunca a una situación donde alguien reaccionara de esa manera», señaló.
«Pero también me pregunto si es porque soy un hombre blanco, de ojos azules y más de seis pies de altura», agregó.
Noble, que ha estudiado la Proclamación Babel, dijo que Iowa siempre fue una tierra de idiomas múltiples, desde los tiempos de los indios algonquinos, los exploradores franceses, comerciantes españoles y el influjo de los inmigrantes suecos, noruegos, daneses y alemanes que llegaron en los años 1800.
«Es interesante hacer notar que los tiempos han cambiado en nuestro estado», dijo Noble, al destacar que la gobernadora, Kim Reynolds, firmó el 17 de abril pasado una ley que establece el Sello de Lectoescritura Bilingüe, que reconoce a los estudiantes de secundaria que dominan el inglés y otro idioma, y su importancia para el futuro.