En 1713 en Madrid, el octavo marqués de Villena, Juan Manuel Fernández Pacheco, creó la Academia Española, junto con otros hombres de letras. Cuenta Rafael Lapesa (1) que a ellos los movía el «sonrojo de que la lengua de España careciese de un Diccionario similar a los que las lenguas de otras naciones poseían ya». A esto debe sumarse que se vivía, citando a Lapesa, «en un momento de postración» de las letras luego de la muerte de Calderón. Considerando este panorama, la propuesta tuvo acogida y recibió el patrocinio de Felipe V, por lo que, a partir de ello, la Academia fue considerada Real.
Los objetivos trazados por los académicos fueron ambiciosos: elaborar un diccionario, una gramática y una ortografía, además de contribuir a la difusión y conservación de los clásicos de la literatura española. Entre 1726 y 1739 la Academia publicó los seis tomos del Diccionario de la lengua castellana, conocido como Diccionario de Autoridades porque cada definición va acompañada de frases tomadas de textos medievales y clásicos para documentar el uso de cada palabra. Lapesa indica que se registraron «además de las palabras de uso general y literario, voces técnicas, regionales y hasta de germanía».
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