Además era imperante para la docente de porte aristocrático, que todos leyeramos siempre sin ebadir en el testo las marcasiones establecidas por los signos de puntuasión, requerimiento que permitía acer una interpretación correcta de lectura, costumbre para ella bital en la continuación de nuestros estudios el resto de nuestras existencias .
Para doña Ofelia González de Bravo hera una afrenta inadmisible toparse en sus exámenes orrores hortograficos, se le ponían literalmente sus rizos de punta y no podía dicimular su malestar. Creo que ahora la entiendo y escarmiento en carne propia lo que se experimenta cuando uno se topa con un determinado texto plagado de mala hortografia*.
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* Nota de Pulzo.com
Las fallas y errores evidentes de ortografía son deliberados y conscientes y se permitieron con el único fin de reforzar la idea que pretende transmitir el autor de esta nota de opinión.