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| Javier Otazu (Agencia Efe)

La lengua española pierde peso e influencia en Marruecos

La lengua española ha perdido peso e influencia en Marruecos pese a los esfuerzos financieros y humanos que España le destina, según un estudio hecho público hoy en Casablanca.

David Fernández Vítores en el pabellón que el Instituto Cervantes tiene en el Salón Internacional de la Edición del Libro de Casablanca (SIEL). ©EFE/Javier Otazu

El estudio La lengua española en Marruecos, realizado por David Fernández Vítores durante un año y medio y presentado hoy en el pabellón que el Instituto Cervantes tiene en el Salón Internacional de la Edición del Libro de Casablanca (SIEL), echa por tierra algunos de los mitos de la nostalgia colonial española en Marruecos.

El principal mito es que los habitantes del antiguo Protectorado español en el norte de Marruecos (1912-56), que se extendía de Tánger a Nador, siguen hablando español, y por consiguiente quedarían en este país 4 o 5 millones de hispanohablantes.

El profesor Vítores, titular de la Universidad Complutense de Madrid, señala como «el más creíble» el estudio llevado a cabo en el 2011 por el Instituto Real (marroquí) de Estudios Estratégicos, que cifra en 4,6 % el porcentaje de marroquíes que «comprende» el español, porcentaje mucho menor si se trata del uso hablado.

Es decir, el porcentaje se traduciría en poco menos de un millón y medio de conocedores del español en todo el país. Quien se dé una vuelta por cualquier ciudad o pueblo marroquí puede comprobar que pocas ocasiones tiene de practicar español fuera de los hoteles.

«Era necesaria una revisión a la baja», reflexiona para Efe el profesor Vítores, quien cree que su estudio, encargado por la Embajada española en Marruecos, puede servir para adoptar políticas públicas más realistas de promoción del español.

La extensa red de centros educativos de titularidad española (diez en total, más que en ningún otro país) más los institutos Cervantes (otros diez centros, segunda red del mundo tras Brasil) no se traduce en un peso específico del español en el mundo laboral ni en el político.

El estudio subraya que, en el mundo de las ofertas de trabajo en Marruecos, el español es exigido para labores en centros de llamadas, administración o turismo.

El profesor Abderrahmán al Fathi, decano de la Facultad de Español de la Universidad de Tetuán, dibuja un panorama aún más sombrío: «Lo que vemos es más que un retroceso, es la muerte salvaje de una lengua: el español ya no tiene futuro en Marruecos», reflexiona este hombre que ha dedicado toda su vida a enseñar ese idioma.

¿Cómo se ha llegado a esta situación en un país tan cercano geográficamente a España?

El hispanista Mustafa Adila lo tiene claro: con la independencia, el nuevo Estado marroquí emprendió la tarea de unificar la administración y el afrancesamiento se impuso con fuerza: en el nuevo Estado marroquí surgido con la independencia, «la lengua del porvenir para quien quisiera labrarse un futuro, era el francés, y no el español».

Lo malo —reflexiona— es que esto coincidió con «décadas de desinterés manifiesto de los gobiernos españoles por lo que pudiera pasarle a su lengua y su cultura en Marruecos».

Es un hecho que el francés, impuesto a los alumnos marroquíes de la enseñanza pública como segunda lengua tras el árabe desde tercero de Primaria, tiene todas las de ganar; el inglés, además, también lleva ventaja al español por ser percibida como la verdadera lengua internacional.

En un país con un panorama lingüístico tan complejo, donde la población nace hablando árabe y bereber, más tarde aprende el francés, y luego siente la necesidad de comunicarse en inglés, al español le queda un espacio bien reducido.

¿Es un panorama desolador? El profesor Vítores no lo ve así: para él, hay espacio para crecer en los intercambios comerciales o en la influencia que pueden traer «de vuelta» los 800 000 marroquíes de España.

Lo demás, tendrá más que ver con el lugar que el francés ocupe en el futuro: un lugar sobredimensionado en Marruecos en relación al que ocupa en el resto del mundo.

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