Esta es la primera de las conclusiones que el equipo de la Fundéu BBVA ha elaborado a partir de las intervenciones de los periodistas y lingüistas que participaron en la semana pasada en San Millán de la Cogolla (La Rioja), en unas jornadas en las que se debatió sobre el tratamiento a la mujer en los medios de comunicación.
A juicio de la Fundéu, los cambios tienen que producirse de una forma natural y sin que sean forzados, porque a medida que cambia la conciencia social y se consiguen avances en el terreno de la igualdad, deben generarse del mismo modo en la lengua.
Sobre cómo suceden y se asumen los cambios lingüísticos hay quienes afirman que el periodismo, como la realidad, cambia y se adapta porque el lenguaje forma parte de la realidad.
Otras posiciones defienden la idea de que el lenguaje no cambia la realidad, sino que la realidad cambia el lenguaje.
Sobre el lenguaje en los medios de comunicación y el tratamiento de las mujeres, existe una visión periodística que defiende el hecho de que ciertas formas de presentar la información son necesarias para llamar la atención de la audiencia y darle fuerza a la noticia.
En este sentido, algunas personas reconocen que en ocasiones estos usos pueden resultar discriminatorios, pero que siempre estarán sujetos a la forma de interpretar, según la Fundéu.
Por otro lado, la visión lingüística afirma que hay maneras de tratar la información que pueden evitar el sexismo y que es necesario que los medios las utilicen para que el público las asuma.
Alerta de que el lenguaje puede usarse como trampa para encubrir una visión machista y por ello se debe diferenciar entre lenguaje sexista, discurso sexista y visión sexista.
La imagen que se da de la mujer —subraya la Fundéu— tiene que acompañar al lenguaje que se utiliza para referirse a ella, e intentar salir de los estereotipos que se manejan en la actualidad.
Hay unanimidad en que es necesario salir del círculo vicioso en el que a veces se encuentra la lengua y en que los medios de comunicación pueden trabajar no solo para difundir la información, sino para extender los usos lingüísticos más correctos.
«Ahí reside una de sus responsabilidades con el lenguaje», puntualiza.
La Fundéu destaca los avances conseguidos por las mujeres en el terreno laboral, pero matiza que si bien es cierto que en el periodismo actual las mujeres forman parte cada vez más activa de las redacciones, no ocurre lo mismo en los puestos directivos.
La conquista de estos espacios permitiría dar un nuevo enfoque lingüístico al tratamiento de ciertos temas informativos en los que no haya discriminación, concluye.
No hay consenso sobre si existe un lenguaje femenino y otro masculino, pero sí sobre la existencia de discursos distintos.
Se encuentran géneros periodísticos que son abordados de diferente forma (como la columna de opinión) dependiendo de si quien firma es hombre o mujer.
Los cambios son necesarios no solo en los medios generalistas, sino en aquellos dirigidos específicamente a hombres y mujeres por separado.
Aunque existe diferencia de opiniones en la forma de visibilizar a las mujeres en la lengua y en el grado de profundización de esa visibilidad, se coincide en que la adecuación de la lengua a la realidad de las mujeres es posible e inevitable, ya que se ha producido un gran cambio en las últimas décadas.
Son admisibles las nuevas formas que se introducen en la lengua siempre que no atenten contra las leyes de la gramática, acota la Fundéu, y existe unanimidad en que los diccionarios y las gramáticas incorporen esos cambios que se han producido en la sociedad.
Lo importante es la calidad de la información, que no es una cuestión que dependa de la identidad de género, y el objetivo del periodismo es informar, y para que esto se haga correctamente hay que atender a la no discriminación, según las conclusiones de Fundación del Español Urgente.