Cuando el formidable Elio Antonio de Nebrija escribió en el prólogo de su Gramática sobre la lengua castellana, publicada en 1492, «que siempre la lengua fue compañera del Imperio», no estaba pensando en España, sino en Roma. El libro salió de la imprenta salmantina de Juan de Porres el 18 de agosto de aquel año. Un par de semanas antes, Cristóbal Colón había partido hacia Asia por la ruta del oeste. A pesar de que fue dedicado por el cortesano Nebrija «a la muy alta y esclarecida» reina Isabel, esta no entendió «para qué podía aprovechar».
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El escenario global del español actual permite reflexiones que enlazan con ciertos presupuestos de Nebrija.
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