Pero si nuestro deseo es tener una granja con una buena cría de pollitos, no vamos a guardar los huevos en una cuba, sino en una incubadora; por supuesto, si no tenemos la gallina para que se encargue de calentarlos, incubarlos, empollarlos o encobarlos.
Estas consideraciones funcionan así en el lenguaje hablado. En el lenguaje escrito debemos ser más cuidadosos, pues si por falta de atención o desconocimiento usamos la consonante uve (v) en lugar de la be (b), el mensaje que vamos a transmitir resultará un verdadero despropósito.
Así es, pues decir que «hay que encovar los huevos» denota que los pobres huevos de gallina van a ir a parar a una cueva o al fondo de un hueco. Es decir, encovar es encuevar: ‘meter en un hueco o en una cueva’.
Por lo tanto, a partir de las intenciones comunicativas que tengamos, los huevos en cuestión se pueden encubar, encobar, incubar y, aunque resulte insólito, también encovar.
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