Desde hace 20 días, hay palabrotas que viven sus horas bajas en nuestro país. Los españoles ya no nos acordamos del macho cabrío, las versiones más radicales de ‘necio’ y ‘estúpido’ apenas se utilizan en las conversaciones, y aquellos ‘faltos de inteligencia’ reciben calificativos algo más radicales, simplemente porque es el momento. La culpa la tiene la expresión hijueputa, malparido, que se ha colado con fuerza, y de forma irremediable, en nuestras vidas, y muy especialmente en las de los seguidores de Narcos.
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La llegada de estos adjetivos a este lado del Atlántico es otra de las consecuencias del interés que ha despertado la serie de Netflix. Que, como otras antes que ella, cala tan hondo en los espectadores que estos terminan asimilando su lenguaje y utilizándolo.
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