«Reconocida por los concurrentes la importancia de aquel acuerdo y el bien que de su cumplimiento había de resultar a la literatura castellana, se resolvió declarar y se declaró instalada la Academia; y fueron nombrados, para director de ella el señor don Pedro Fermín Cevallos, para censor el señor don Pablo Herrera, y para secretario el infrascrito».
Esto se lee en el acta fundacional de la Academia Ecuatoriana, firmada por su secretario, José Modesto Espinosa.
Daba su fruto, su segundo fruto americano —el primero se había dado en Colombia— una idea largamente madurada. Venía de muy atrás cuando el ilustre escritor colombiano D. José María Vergara y Vergara y el distinguido hombre público y escritor, D. Julio Castro, asumieron aquella idea y propusieron a la Real Academia Española crear Academias americanas de la lengua, vinculadas con la Real Española.
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