Grijelmo (Burgos, 1956) acaba de publicar el libro Propuesta de acuerdo sobre el lenguaje inclusivo, con el que quiere «conciliar y atraer a los distantes, buscar puntos de encuentro» respetando tanto la historia de la lengua como las reivindicaciones del feminismo, ha indicado en una entrevista con Efe.
Un libro, editado por Taurus, en el que incluye un borrador de propuestas de acuerdo tras repasar la historia y el origen de los géneros en la lengua y explicar las diferentes posturas sobre este asunto con numerosos ejemplos.
Y para descubrir dónde nacen los géneros en la lengua española, Grijelmo acude al origen, al indoeuropeo.
Y allí se comprueba que no fue por ninguna orden ni designio de los varones, sino que surgió de la necesidad de marcar lo femenino, de visibilizar a las mujeres y a las hembras en el género humano y en el animal, de tal forma que el génerico que existía antes para todos los seres animados derivó en el masculino.
«Así, los términos que antes eran genéricos se convirtieron, por oposición al femenino, en masculino. Esa es la historia», destaca Grijelmo, que recuerda que «hay lenguas que tienen el femenino como genérico y otras que no tienen género y no por eso corresponden a sociedades más igualitarias».
Las duplicaciones o dobletes de género han estado en el idioma español «desde siempre», recuerda el autor, e incluso en el Mio Cid, en el siglo XII se dice: «Exien lo ver mugieres e varones, burgeses e burgesas por las finiestras son». Una sociedad la de entonces que no era muy feminista.
El autor apuesta por un uso moderado de estas duplicaciones ya que ha servido para llamar la atención sobre las desigualdades entre varones y mujeres. Pero lo complicado, dice, es sostenerlas a lo largo de un discurso, especialmente cuando entran concordancias.
Respecto al lenguaje inclusivo en la Constitución Española, asunto sobre el que el Gobierno encargó un informe a la Real Academia en 2018, el autor cree que introducir las duplicaciones en su texto tendría valor desde el punto de vista simbólico pero carecería de efectos jurídicos.
Pero reformar la Constitución para ello y tocar artículos «que son el núcleo duro de los derechos fundamentales» supone emprender un procedimiento complejo. «Y hay que plantearse si algo que no va a tener un efecto jurídico merece todo ese proceso», ha indicado.
Grijelmo habla también en su estudio de las «dualidades aparentes» que, dice, deben ser corregidas ya que son el gran problema del lenguaje sexista: diferencias de significados entre, por ejemplo, pariente/parienta; fulano/fulana, solterón/solterona, zorro/zorra.
También deben quedar proscritos del lenguaje los refranes machistas, los menosprecios y los insultos que se dirigen hacia las mujeres en algunas frases hechas: «es una tarea de todos acabar con esas expresiones», sostiene el periodista, que propone también la desaparición de expresiones con un sesgo masculino como lío de faldas, consolador, cabeza de familia o ama de casa.
«Cuando todos seamos iguales, cosa que por el momento está lejos de ocurrir, cuando se hayan resuelto las diferencias salariales, la violencia machista, la discriminación de la mujer, cuando haya desaparecido todo eso y la igualdad sea plena, el lenguaje dejará de ser una batalla», asegura Grijelmo.
Mientras tanto, el lenguaje se utilizará como llamada de atención por la lucha feminista, algo que comparte «siempre y cuando eso no conduzca a hacer creer a mucha gente que el lenguaje cambiará la realidad. Será la realidad la que acabe cambiando la percepción del lenguaje», concluye.