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María Rodríguez (Agencia EFE)

García Montero: «Cuidar las palabras evita ocultar la tragedia migratoria»

«Cuidar las palabras para no ocultar nuestra tragedia es muy importante», declara a EFE el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, sobre el drama de los migrantes de África que perecen en su intento de llegar a España.

En alusión a su último ensayo, «Las palabras rotas» (2019) y la crisis migratoria en el Mediterráneo y el Atlántico, García Montero advierte de la importancia de nombrar bien los hechos, porque hay diferencia entre un «ilegal» que se ahoga y un «náufrago» que muere.

En una entrevista por videoconferencia con EFE tras presentar esta semana en Dakar el primer centro del Cervantes en África subsahariana, con sede en Senegal, el director también explica la importancia para el español de esa región, donde hay que «tomarse en serio la inversión para consolidar la presencia de España».

Reconocido poeta, García Montero cuenta, además, que compagina «regular» su carrera literaria con la dirección del instituto porque «exige mucha atención», pero «la poesía enseña unos valores» que aplica al cargo. Y subraya su ilusión por publicar un libro en 2021.

PREGUNTA (P): Cuando tomó posesión como director del Instituto Cervantes en 2018 dijo soñar con su expansión por África subsahariana. ¿Puede concretar más ese «sueño»?

RESPUESTA (R): Es muy importante ir extendiéndose en otros países, entre otras cosas porque las previsiones de crecimiento demográfico en África y, en concreto, en el África subsahariana son muy altas y hay que darles respuestas también de tipo cultural. Por eso, para nosotros ha sido muy importante la puesta en marcha en Dakar y, al mismo tiempo, trabajar en la creación de un observatorio del español en África que estamos organizando en Costa de Marfil. Nos gustaría tomar conciencia de la importancia que tiene la cultura para las relaciones de España en África subsahariana y, en ese sentido, estamos muy ilusionados con que Dakar sea un punto de información para ver en qué otros lugares vamos también llevando aulas Cervantes y nuevos tipos de presencia.

P: En Senegal se alude a menudo a la escasez de medios tecnológicos y materiales didácticos adaptados a las realidades africanas. ¿Cómo se puede subsanar esa falta?

R: Este año vamos a salir adelante con un pequeño aumento de los presupuestos en las partidas normales, si por fin se aprueba el presupuesto que se está debatiendo en el Parlamento. Y entonces podremos invertir en posibilidades tecnológicas que nos permitan extendernos en lugares como los que estamos analizando en el África subsahariana. Pero, en cualquier caso, nosotros seguimos ilusionados en hacer una actividad presencial notable, que la cultura española sea una cultura de vínculos, presencial, que permita reuniones, clases, actividades culturales, no solo en plataformas virtuales, sino también ser un punto de referencia de valores culturales, democráticos y humanos donde estemos.

P: Sin contar Guinea Ecuatorial, excolonia española, el fútbol, los ritmos cubanos o las telenovelas de América Latina han animado a muchos africanos a aprender castellano. ¿Se ha dejado de lado a África subsahariana a nivel oficial en la expansión del español?

R: Si comparas, el British Council (británico), el Goethe (alemán), el Instituto Francés o la Alianza Francesa tienen fechas de fundación antiguas. Nuestra institución es una creación de la democracia de 1991 y se empezó con pocos recursos porque la cultura española ha tenido poco en cuenta la necesidad de invertir en la extensión de la lengua española y la cultura española. Hemos tenido la suerte de contar con toda América Latina y con toda la potencia natural histórica, que significa que tantos países hablen español. Por eso empezamos con tanto retraso en otros países. La verdad es que hace falta ahora, por la importancia demográfica y por la importancia que va a tener la relación de Europa con África, tomarse en serio la inversión para consolidar la presencia de España en estos territorios.

P: Ser el director del Instituto Cervantes debe ocupar gran parte de su tiempo. ¿Cómo se compagina con su carrera literaria?

R: Se compagina regular. Hay proyectos culturales y académicos muy atractivos en el Instituto Cervantes, pero al mismo tiempo este instituto tiene muchas cuestiones que se relacionan con recursos humanos, con la vida de las personas. Las ilusiones culturales se adaptan a un despertador (…). Exige mucha atención la labor de la dirección y no tienes la cabeza relajada para trabajar en literatura. Yo el año pasado publiqué un ensayo e hice una versión para el festival de Teatro de Mérida del «Prometeo encadenado» con (el director teatral) José Carlos Plaza, pero tengo que confesar que ese ensayo y la versión de «Prometeo» los tenía casi terminados antes de empezar la dirección en el Instituto. Lo único que sí he podido hacer es ir completando un libro de poemas que tenía iniciado desde 2016 y me haría ilusión poder publicarlo el año que viene.

P: ¿Se puede encontrar la poesía en un puesto de tanta responsabilidad?

R: Sí, claro que se puede encontrar la poesía. Los que nos dedicamos a la poesía intentamos que nuestra vocación tenga un sentido, un sentido que tiene que ver con la visión de la cultura, del ser humano, de nuestro país, de nuestra identidad. La poesía enseña unos valores que son los que a mí me gustaría seguir en las responsabilidades del Instituto Cervantes. La defensa del español como una identidad de valores democráticos, abierta, que considere el plurilingüismo y la multiculturalidad como una riqueza con la que hay que convivir para ser más justos y tener más posibilidad. Pues todo eso yo lo relaciono con mi manera de entender la poesía, de manera que siempre hay puentes para buscarle sentido desde nuestra vocación a la responsabilidad que desempeñamos.

P: Aludiendo al título de su último libro, ¿están rotas las palabras cuando se habla de África y los africanos que migran a España?

R: Un ejemplo que pongo en mi libro. Cuando hay una patera y hay ahogados a veces se nos informa en los telediarios que se han ahogado treinta ilegales, y no se han ahogado treinta ilegales, se han ahogado treinta náufragos y se han ahogado treinta seres humanos. De manera que cuidar las palabras para no ocultar nuestra tragedia es muy importante. Por eso, hay que reivindicar saber nombrar bien a las cosas de las que hablamos.

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