Así lo ha indicado el director del Cervantes este miércoles en un encuentro con periodistas pocos días antes de que comience en Cádiz la IX edición del Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), después de que su sede inicial en Arequipa (Perú) tuviera que trasladarse a la ciudad española por los problemas políticos y sociales del país andino.
García Montero ha recordado que debido a que la situación en Perú era muy complicada entonces, la alternativa de que fuera en Cádiz era «más sensata», aunque ha indicado que «por fortuna» ahora está mucho más tranquila y está convencido de que el siguiente congreso de la lengua se pueda celebrar allí.
«Fue el compromiso con las autoridades de Arequipa y podría ser un viaje de ida y vuelta. Se va a mantener el programa de Perú en Cádiz, con las matizaciones del cambio de lugar. Si se trata el mestizaje y la interculturalidad, en Arequipa había más presencia de las relaciones de mestizaje con los idiomas originarios y las lenguas indígenas; ahora en Cádiz se le ha dado más presencia al diálogo entre Europa y el norte de África y las migraciones».
La presencia de Perú en Cádiz se verá por ejemplo en un concierto de fusión entre las cajonadas peruanas y el flamenco, ha explicado el director del Cervantes, que ha recordado cómo Paco de Lucía en un viaje en Perú conoció el uso del cajón como instrumento y lo incorporó a sus espectáculos flamencos.
Sobre el español, el director del Cervantes ha recordado cómo el panhispanismo ha defendido siempre «la convivencia de lo uno y lo diverso. Nadie es dueño del idioma, pero conviene fijar marcos de unidad para mantenerlo unido».
En este sentido, ha señalado que las reglas y las normas nacen de la preocupación por mantener unas reglas de juego para la unidad del idioma.
El director del Cervantes ha recordado cómo esta institución nació con la idea «de trabajar por un idioma que pertenece a una comunidad de muchos millones de hablantes y que defiende la cultura en español»: «Cualquier tentación imperialista está fuera de lugar y es ridícula», ya que los españoles solo son el 8 por ciento de los hispanohablantes.
Del Congreso de la Lengua de Cádiz le gustaría que saliera el mensaje de que «es importante pensar en la lengua como un motor de valores democráticos y culturales»: «Vivimos en un momento de identidades cerradas y de pasiones que llevan a los discursos del odio, del supremacismo y de desprecio al otro» y «el mestizaje y la interculturalidad invitan a superar esas identidades cerradas» y a comprender que la diversidad es una riqueza.