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| Agencia Efe

Expertos ponen de manifiesto cómo las metáforas y eufemismos disimulan la crisis

Eufemismos como ajustes o externalización y metáforas como tsunami económico se han generalizado ya en el lenguaje de los medios de comunicación, al que llegaron para «disimular» la crisis y decisiones difíciles de justificar por quienes las toman.

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Esta es la principal conclusión de la segunda jornada del VIII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo «El lenguaje de la crisis», organizado por EFE-Fundéu BBVA y la Fundación San Millán de la Cogolla.

En esta última jornada han participado, principalmente, expertos lingüistas, quienes han analizado los mecanismos por los que han llegado al español términos específicos de una situación de crisis económica, todos ellos con una «intencionalidad clara» en beneficio de quien toma decisiones.

Además, el congreso ha concluido con una mesa redonda en la que expertos académicos han abordado el lenguaje propio que hoy en día tienen los movimientos de contestación, que, sobre todo, se ha propagado a través de internet.

Un lenguaje que es nuevo precisamente por las herramientas que utiliza para su difusión, pero que, en muchos casos, coincide con los lemas que ya se utilizaban en las protestas de mayo de 1968 en Francia.

La profesora de la Universidad Europea de Madrid Elena Gómez ha precisado que, más que eufemismos en sí mismos, en muchas cuestiones relacionadas con la crisis se emplean «sustitutos eufemísticos» para hablar de “cosas que no queremos nombrar» y «contribuir a que decisiones difíciles de justificar queden disimuladas y minimizar el daño a sus autores».

Entre los más usados ha citado ajuste, flexibilidad y externalización, que aluden a despidos, pero «consiguen utilizar un término más atenuado que hasta exime de responsabilidad a quien lo emplea».

La profesora de Filología de la Universidad de Navarra Carmen Llamas cree que el uso de metáforas en torno a la crisis sirven para entender una realidad compleja a través de otras que se conocen más.

Algunas metáforas colocan a la economía como un ser vivo, dentro de que la crisis es una enfermedad, como hay que sanear y evitar contagios; otras denominan a la crisis como un espacio cerrado, como hay que salir; y otras aluden a desastres naturales, como cataclismo, terremoto y tsunami.

El catedrático de Lingüística de la Universidad de León y académico de la RAE, Salvador Gutiérrez, ha explicado que ha comprobado cómo en el español se han realizado, en torno a la economía, creaciones léxicas, como copago, repago o austericidio.

Ha identificado creaciones pluriverbales –bono basura y déficit asimétrico-, préstamos –troika y escrache– y metáforas –burbuja, hombres de negro y corralito– y oxímoron –crecimiento negativo-.

El director adjunto de El Mundo, John Muller, ha defendido que, en general, se buscan «expresiones precisas que entienda el mayor número de personas posible», pero, «en economía, el lenguaje básico es el inglés»; y ha incidido en el componente de responsabilidad que tienen los periodistas económicos.

«Al explicar la crisis, somos quienes empeoramos o mejoramos la percepción que tiene la sociedad» y «hay quien dice que hemos contagiado mucho pesimismo», ha asegurado.

Ricardo de Querol, de elpaís.com, ha afirmado que el nacimiento de movimientos antiglobalización y de los fenómenos de contestación», como el 15M y las asambleas ciudadanas, ha hecho que se utilice la visión de Quienes padecen la crisis y «ese es su principal éxito».

Ha reconocido «cierta ingenuidad» en los medios de comunicación al asumir el lenguaje de la indignación y les ha reclamado que busquen expresiones «neutrales y honestas» para «separar información de opinión, buscar la claridad y no prejuicios y tratar a la gente como lectores maduros».

La portavoz de la asociación de consumidores CEACCU y coautora del libro Ciberactivismo, Yolanda Quintana, ha subrayado que la protesta social «ya no es lineal» porque, al distribuir los mensajes en redes sociales y portales de internet, «no está claro quien inicia el proceso» y, dentro de ese proceso, «el lenguaje es un campo de batalla».

 

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