Durante el año académico, un total de 16 docentes se beneficiarán de esta formación gratuita a través de una nueva plataforma, fruto de un acuerdo tripartito junto a la embajada de España en Libia y la petrolera Repsol firmado el pasado mes de marzo y que cuenta con un presupuesto de 30 000 euros.
Los profesores, originarios de Trípoli y Bengasi —segunda ciudad de Libia— y que disponen de un alto nivel de español, así como de experiencia profesional, estudiarán métodos para dinamizar las clases y situar al alumno como «protagonista» del proceso de aprendizaje, explicó la directora del curso y responsable de Unidad de Cursos y Actividades Formativas, Marta Higueras García.
«Además se les da la oportunidad de acudir a un centro que dispone de generadores de electricidad, porque allí hay constantes cortes de luz, y conexión a internet para que no interrumpan el curso y puedan realizarlo de manera sincronizada», subrayó García.
Pese a que la institución no dispone de centro oficial en Libia debido a la inestabilidad en el país durante la última década, el interés por este idioma ha ido en aumento gracias al tirón de películas y series de marca española «que atraen a los alumnos que buscan comprender sin necesidad de subtítulos», afirmó la directora del departamento de español de la Universidad de Trípoli, Naday Nouri Ateeyah.
«Por otro lado, el español es cada vez más solicitado en el mercado laboral. Hay empresas españolas que quieren instalarse en Libia, pero también empresarios libios interesados en reforzar las relaciones comerciales», dijo Ateeyah, que participa en este curso de un total de 110 horas de estudio.
El director del Instituto Cervantes en Túnez, Germinal Gil de Gracia, apeló al «efecto rebote» que producen iniciativas como esta en otros organismos internacionales y que permiten retomar la vida cultural. La prueba: desde que el pasado mes de junio se lanzó una muestra de cine español en la capital, que proyectó cintas taquilleras como Campeones, las actividades se han multiplicado y la agenda ya se extiende hasta finales de año.
Otra de las preocupaciones del responsable es que aquellos estudiantes que quieren presentarse a las pruebas del diploma de español lengua extranjera (DELE) deben desplazarse cientos de kilómetros para llegar al vecino Túnez, por lo que el objetivo a medio plazo es abrir una oficina y, cuando la situación de seguridad lo permita, un centro que se una a los 87 que el Cervantes tiene distribuidos por todo el mundo.
«Si, pese a los cortes de electricidad y los enfrentamientos, se ha mantenido el sueño por el español, en cuanto la situación se estabilice será un éxito», aseguró Gil de Gracia.