«Créame, profe, el trabajo ya estaba listo en la carpeta, desde la semana pasada, porque yo soy muy previsivo; pero mi mascota se lo comió… Y además yo no sé cómo se borró toda la información del archivo de mi computador…».
Ante ese traspié estudiantil, ante ese esfuerzo por demostrar el talante profesional y la responsabilidad a toda prueba, ¿qué camino tomaremos con tanto archivo que se borra a sí mismo y cómo corregiremos a los cuadrúpedos peludos que vienen convirtiéndose en papirófagos (esos que comen papel)? ¿A qué recurriremos para aminorar la voracidad de esas criaturas, sobre todo cuando se sabe que el tal trabajo (escrito) apenas sobrepasa las dos páginas?