Yo estaba por allí hojeando alguna publicación y noté cómo se me acercaba uno de los chicos, a modo de embajador:
-Oiga, ¿la letra S va antes o después de la P?
Ahí yo sentí cómo crujían los pilares de Occidente y se me venían encima los cascotes de nuestra civilización. Me repuse y le indiqué al muchacho por dónde andaba la pobre S. No sé si esta anécdota es significativa. Quizá fui a dar con un grupo de jóvenes especialmente desmemoriado, pero también es posible que el orden alfabético sea ya para los más jóvenes algo tan arcaico y exótico como la lista de los reyes godos y no memoricen ni una cosa ni la otra.
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