Este seminario, que tiene lugar en San Millán de la Cogolla, ha celebrado su segunda sesión con una mesa redonda que ha contrapuesto las ideas de tres periodistas: Montserrat Domínguez (SER), Pepa Fernández (RNE) y la chilena Mónica González, y de dos lingüistas, Eulalia Lledó y Ana María Vigara.
Las cinco han mantenido un amplio debate con constantes referencias a si debe decirse juez o jueza, a Michelle Bachelet, a Condoleezza Rice y a un foto reciente de la Princesa de Asturias y Carla Bruni de espaldas subiendo unas escaleras.
El presidente de la Agencia EFE, Alex Grijelmo, ha introducido el debate con un texto de la periodista Margarita Rivière, que inicialmente iba a acudir a esta mesa redonda.
Rivière considera, ha leído Grijelmo, que «sólo hay dos clases de periodismo, el bueno y el malo», y «hombres y mujeres pueden ejercer cualquiera de los dos».
Según ella el lenguaje expresa siempre una situación social, y «hoy todavía refleja la hegemonía social de los valores masculinos»; si las mujeres decidieran las noticias «habría cambios», con lo que, «si hay una nueva forma de valorar la información, habrá una nueva forma de hablar».
La periodista Montserrat Domínguez, de la SER, ha considerado que «las mujeres arrastramos el vivir en un mundo de hombres» y ha hecho un llamamiento a que las mujeres se desprendan de «el síndrome del impostor y venzamos la inseguridad de que no nos merecemos estar ahí».
En esta misma línea, Domínguez cree que en el lenguaje público se produce una «devaluación de lo femenino y la costumbre de minusvalorarnos» y «contra eso hay que luchar al hacer periodismo, con una perspectiva en la que no nos avergoncemos de ser mujeres».
Su compañera, Pepa Fernández, directora de No es un día cualquiera en RNE, considera que «la discriminación en la sociedad y en el lenguaje no son paralelas» porque «el problema no es el idioma, sino la realidad» y el que «la gente en el día a día no es consciente de cometer sexismo al hablar».
También cree que no es necesario usar el género en todos los nombres, sobre todo porque «no es lo mismo un lenguaje sexista que un discurso sexista o que un comportamiento sexista», y porque «el lenguaje no cambia la sociedad, es la sociedad la que cambia el lenguaje» y en cierta medida «el debate sobre palabras es baladí».
La chilena Mónica González ha insistido en que «las noticias las han seleccionado tradicionalmente los hombres» y, como ejemplo de ello, ha puesto la foto de Carla Bruni y Letizia Ortiz: «No hemos visto los traseros de Sarkozy o de Zapatero porque la selección la hacen hombres», ha dicho.
Ha pedido que se admitan «con naturalidad» los cambios en el lenguaje y ha solicitado que «hombres y mujeres admitan los cambios en el lenguaje con naturalidad y pongan encima de la mesa los verdaderos problemas».
En el turno de las lingüistas, Eulalia Lledó ha asegurado que realmente «ya no se discute» si se pueden utilizar palabras como ministra o jueza «y hay pocas posibilidades de que esta última no se consolide».
Lledó ha explicado que debates como el uso de esas palabras están relacionados con que «tradicionalmente se ha aceptado que los hombres decidan sobre los cambios en la lengua, pero no tanto que lo hagan las mujeres».
De hecho, ha proseguido, «cuando usamos el genérico tendemos a pensar en hombres» y por ello ha reclamado «hablar con las palabras en femenino» también, porque «si algo no se puede nombrar existe de forma más precaria».
Ana María Vigara, por su parte, ha asegurado que el sexismo sigue presente en la comunicación «a pesar de los avances» y ha señalado que «los medios no tienen excusa, lo que la gente sabe de alguien es por ellos, con lo que el ofrecer una imagen diferente para las mujeres y para los hombres es responsabilidad suya».
En su opinión, «son los medios quienes sólo destacan al varón, si resaltan a una mujer lo hacen por erótica o asociada a un varón» porque «todavía divulgan estereotipos» e, incluso, «dan voz a quienes ridiculizan lo femenino en lo lingüístico».
Frente a ello ha reclamado «dar a la mujer protagonismo cuando le corresponda y de lo que le corresponda», porque «la foto de dos culos no corresponde a una cumbre de Estado, y eso es culpa de los periodistas, no de ellas».