Otras veces, y no pocas, se trata de híbridos esperpénticos, que harían convulsionar a dúo a Cervantes y a Shakespeare.
El fenómeno se presenta con mayor intensidad en ambientes como los de la publicidad y las demás industrias que son tan creativas como digitales. No es nuevo ni Colombia es el único país donde ocurre, es bueno advertirlo, así como que hace cien años pasaba lo mismo, pero con el francés como origen predominante de los extranjerismos. Hoy seguimos viviendo en una sociedad esnobista, de ADN ‘aspiracional’. Y mientras esto no cambie, usar palabras que pocos entienden para separarse de la masa seguirá siendo una tentación.
«“Los extranjerismos son bienvenidos cuando nombran un objeto que carece de designación en español. Lo inaceptable es cuando desplazan sólidas palabras castellanas. Es un crimen de lesa lengua llamar bullying al viejo matoneo», comenta el periodista Daniel Samper Pizano, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua.
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