El término gilipollas, según la RAE, deriva de la voz árabe yihil que viene a querer decir bobo. El vocablo derivó en la lengua romance a gilí: sujeto ignorante y aturdido. Según el Inventario general de insultos de don Pancracio Celdrán, otra acepción del vocablo gil hace referencia a lelo, imbécil o infeliz.
Más allá de etimologías académicas, cuentan que el origen de la palabra se retrotrae al Madrid del siglo XVI, dónde un tal don Baltasar Gil de la Mota ocupaba el cargo de fiscal general del reino. Según crónicas palaciegas, don Baltasar tenía dos hijas -Fabiana y Feliciana- que no siendo demasiado agraciadas físicamente, tampoco se distinguían por su inteligencia.
Leer más en lavozdegalicia.com