En Miami fue presentado formalmente por miembros de la Academia Dominicana de la Lengua encabezados por su director, Bruno Rosario Candelier, teniendo como escenario el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami. La Academia Puertorriqueña acogió con alegría a sus colegas dominicanos en el acto de San Juan. En Orlando y West Palm Beach, el académico Roberto Guzmán y este columnista aprovecharon la celebración allí de ferias del libro en español. Y a Nueva York viajaron María José Rincón, Fabio Guzmán Ariza y Roberto Guzmán. Un comunicado de la Academia Norteamericana de la Lengua enviado por su coordinador de información, Daniel R. Fernández, informó a sus miembros de detalles de esa presentación, la cual se llevó a cabo en el Hunter College, iniciativa de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE).
En medio de tan gratas noticias, uno de los grandes intelectuales hispanounidenses en Norteamérica, el doctor Eduardo Lolo, con el sello editorial de la Academia Norteamericana de la Lengua que preside Gerardo Piña Rosales, le he prestado un monumental servicio a dar a conocer con rigor académico algo que ya está siendo reconocido por casi todos, el regreso triunfal del español a los Estados Unidos.
El doctor Lolo, nacido en La Habana, es catedrático de español y literatura hispánica en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), y funge además como coordinador en el Departamento de Lenguas Extranjeras. A una serie de publicaciones de muy alto valor se une ahora Para Leerte Mejor: Publicaciones en los Estados Unidos (2000-2012) que nuestra Academia acaba de publicar. Su lectura ratificó mi convicción de residir en un territorio de habla española y no sólo de lengua inglesa.
Lo que ha logrado Eduardo Lolo es realmente impresionante. En las 264 páginas de la obra que ha compilado y editado revela cómo cientos y cientos, por no decir miles y miles, de libros han sido escritos en español en Estados Unidos en un espacio de doce años, producción comparable a la de cualquiera de los países en que nuestro idioma es el oficial. Esa labor, casi completa, es de una seriedad tal que impresiona, ya que ha penetrado en prácticamente todos los temas que pueden ser incluidos en la bibliografía.
El doctor Lolo no se limita a los libros, sino que ofrece un listado, probablemente completo, de publicaciones periódicas de todo tipo, cientos de ellas, las cuales revelan hasta qué punto se ha llegado en la influencia del español en Norteamérica. En algunas ciudades como Miami hay casi infinitamente más publicaciones en español que en lengua inglesa. Por primera vez creo haber llegado a esa conclusión. No tengo cómo agradecer a la ANLE el haber publicado una obra de tanta utilidad, apropiada para explicar al resto del mundo cómo ha ido alcanzado proporciones gigantescas el idioma que trajeron a la región septentrional de este continente los primeros europeos en radicarse en el Hemisferio Occidental.
Muchos visitantes de EE. UU., procedentes de España e Hispanoamérica se sorprenden del alto número de estaciones de radio y televisión, de las cadenas nacionales que trasmiten exclusivamente en español. Pues bien, este columnista, que ha residido medio siglo en Norteamérica, se ha sorprendido, mediante la lectura de este libro, de que el número de esas estaciones sea mucho mayor del que hasta ahora había conocido.
El profesor Lolo informa en el prólogo que la crisis económica de mediados de la década afectó a las empresas editoriales en Estados Unidos y otros países como España «reconocida como la potencia editorial en castellano por excelencia…» Además, añade: «En nuestro país se publicaron más libros, periódicos y revistas en español a principios de siglo que entrada la segunda década…» En cualquier caso, continuará el avance de la literatura en español.
Los problemas en nuestros países han contribuido al aumento de la población que habla nuestro idioma en Norteamérica. A partir de ahora, gracias a esta labor admirable y digna de encomio del notable erudito Eduardo Lolo y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, muchos irán comprendiendo que los hispanoamericanos somos una fuerza en ascenso y que no puede ser pasada por alto. Ojalá que pueda contribuir cada día más al progreso de sus compatriotas que permanecen en el suelo sagrado de la tierra nativa, uniéndose al deseo de Rubén Darío para nuestro continente «que aún reza a Jesucristo y aún habla en español».
– Marcos Antonio Ramos es miembro de número de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.