La investigación, que analiza los rasgos que caracterizan sociolingüísticamente a la capital de España, arroja dos conclusiones: el habla de los madrileños tiene cada vez menos particularidades con respecto a la del resto de hispanohablantes y los adolescentes tienen un vocabulario muy rico en algunos ámbitos.
Los profesores participantes en el estudio, Ana María Cestero, Florentino Paredes e Isabel Molina, ofrecerán detalles del estudio este jueves en una conferencia que tendrá lugar a partir de las 12.00 horas en la Facultad de Filosofía y Letras, ha informado la UAH en un comunicado.
La investigación, centrada en los distritos madrileños de Salamanca y Vallecas, recoge algunas expresiones típicas de la capital —aunque ahora en retroceso entre los jóvenes— como ‘estar al loro’ (estar atento); ‘molar cantidad’ (gustar mucho) o ‘comerse una rosca’ (tener éxito en una relación amorosa), entre otras.
A nivel fonético, el habla de los madrileños se distinguiría por la aspiración de la ‘s’ y la pérdida de la ‘d’; mientras que en gramática sus señas de identidad serían el laísmo, el leísmo y el loísmo, así como el uso de los diminutivos, según el estudio.
Los ponentes dedicarán un apartado especial en el coloquio al léxico de los estudiantes madrileños, con el objetivo de presentar las diferencias detectadas entre sexos, así como entre los jóvenes y los mayores.
En lo referente al léxico, la evolución apunta a un proceso de igualación lingüística, de manera que los hispanohablantes usan cada vez más las mismas palabras para designar los mismos conceptos, según los investigadores.
Así, en el caso de los jóvenes madrileños, apenas se detectan dialectalismos propios de la región, y su léxico coincide en gran medida con el utilizado por jóvenes aragoneses, andaluces o castellano-leoneses, concluye el estudio.
Sobre la tendencia, los investigadores creen que puede explicarse por la globalización mediática, que propicia la pérdida de algunas peculiaridades y rasgos idiosincrásicos.
En relación a ese proceso, el profesor Florentino Paredes sostiene que «no hay nada que lamentar, mientras la igualación facilite la comunicación entre todos los hispanohablantes y no sirva para empobrecer el lenguaje».