En su primera visita al país magrebí —que es en el mundo el que cuenta con más centros y antenas del Cervantes—, García Montero dijo que tenía gran interés en escuchar las esperanzas y las propuestas de los catedráticos, a los que prometió una próxima reunión en Madrid dedicada precisamente al hispanismo marroquí.
Con tal fin, invitó a las instalaciones del Cervantes de Rabat a cuatro hispanistas y un especialista español en literatura hispanomarroquí, que expresaron todos su amor por la lengua española, aprendida o perfeccionada en la universidad, al tiempo que lamentaron el rumbo que está tomando el español en la universidad marroquí.
Pese a que el primer departamento de español fue creado en 1957 y que por la universidad marroquí han pasado grandes profesores españoles, el Gobierno marroquí ha optado por dar primacía al inglés como segunda lengua (tras el francés), recalcaron.
Esto, unido a la crisis económica sobrevenida en España en 2008, que redujo drásticamente las becas y las ayudas a los programas universitarios en español, supusieron un duro golpe para la supervivencia de un idioma que todos los presentes calificaron como un componente de la identidad marroquí plural.
El profesor Abdelatif Limami, jubilado tras pasar 30 años enseñando español, pidió «una acción política y diplomática» española para tratar de revertir la situación, con una frase que arrancó los aplausos: «Además de la pesca, en Marruecos también está la lengua y la literatura españolas».
Todos los presentes expusieron a García Montero sus ideas para frenar el declive del español, que pasan por relanzar las becas, el intercambio de profesores entre universidades y mayores facilidades para conseguir visados con propósitos universitarios.
Abderrahmán al Fathi, decano del Departamento de Español de la universidad de Tetuán, poeta y cuentista, lo resumió así: «No queremos dinero (de España), lo que queremos es cariño», dijo.