En una entrevista con Efe realizada en su despacho cedido por Udabol, una universidad privada de La Paz, dijo que la Academia «en absoluto» tiene suficientes recursos para desarrollar el trabajo que debería, y no cuenta con financiación pública del Estado boliviano.
«Aquí estamos cobijados en esta universidad y para los trabajos que hacemos la Academia se mantiene con las aportaciones de los socios y alguna donación que se puede conseguir, y también con los dividendos que provienen de las obras de la asociación de académicos», explicó Frías.
La institución cuenta con dos grandes proyectos paralelos: un estudio diacrónico sobre la evolución del español que llegó a América Latina, y en particular a Bolivia, y un corpus sobre el español boliviano actual, muy influido por las lenguas indígenas.
«Los dos proyectos, que son de largo alcance, se van a unir y va a ser algo sumamente interesante», valoró.
El académico puso en valor la influencia de las principales lenguas indígenas como el aimara, el quechua y en menor medida el guaraní en el léxico y la gramática del español que se habla en Bolivia.
Frías explicó que, en su registro culto, el español de Bolivia se diferencia poco del común, especialmente del que se habla en el resto de América Latina. La cosa cambia en registros más coloquiales y contextos particulares.
«El léxico tiene muchos términos, muchos préstamos de las lenguas indígenas. Inclusive personas corrientes, profesionales, utilizan esto en la conversación, en la lengua coloquial», desarrolló.
Y puso ejemplos: «en La Paz, hablamos del tanta catu (mercado popular), yapa (cantidad extra que añade una vendedora a la compra del cliente)… una serie de términos que son exclusivos y que vienen del aimara».
Según explicó el director de la Academia, esta influencia de lenguas indígenas también se muestra en particularidades de la gramática, como el doble posesivo (de ella su marido) o en una construcción de había y participio, «un pretérito que expresa sorpresa y no es testimonial», como en «se había robado».
Este tipo de giros, sostuvo Frías, «de ningún modo» deben considerarse errores.
«Son características del habla en Bolivia, igual que en España. En España también tienen muchísimas modalidades en vocabulario, en giros, en las interjecciones…», argumentó.
El académico se mostró confiado en que el uso del español no va a hacer que se pierdan las lenguas indígenas.
«Los hablantes nativos de aimara mantienen su lengua. Aprenden el español por contacto, y un contacto que no solamente es por la población urbana, sino también en sus propias familias, porque sus padres también hablan español, sienten la necesidad de comunicarse por el español pero no abandonan su lengua», dijo.
Frías explicó que el aimara actual está muy influido por el español, además de que es fácil notar situaciones en las que las lenguas se mezclan y alternan continuamente.
«A veces se escucha comentar que el aimara ya no es un aimara puro, ¡no hay lenguas puras!», exclamó.
Dijo que como»culturas y lenguas, el aimara y el quechua son «muy fuertes» y aseguró que «es admirable cómo no se han perdido teniendo en cuenta que son lenguas ágrafas».
«Ahora hay una tendencia más bien de revalorizar y de reactivar estas lenguas», dijo también.
Si la Academia tuviese más recursos y financiación, a su presidente le gustaría afrontar grandes obras como un diccionario de bolivianismos -un estudio de 2016 registró 2.809 en el último diccionario de la Real Academia Española- o estudios literarios.
En su opinión, parte del desconocimiento de la literatura boliviana en el extranjero se debe a la falta de investigaciones de este tipo.
«Si no se conocen estas obras bolivianas, es porque no se las está dando a conocer, no porque desde el exterior no nos tomen en cuenta», argumentó.
Según su criterio, estas obras deben darse a conocer «con estudios serios» que se puedan publicar en el exterior.