Yo mismo lo hice hace poco. Le seguí la pista a la palabra mujer, que —no hace falta decir— está sobrecargada de significado. Desarrollé este experimento en orden regresivo, del diccionario más usado en la actualidad al más polvoriento.
Primero fui al Diccionario de la lengua española, que es algo así como un instrumento evangelizador en el mundo hispánico. La edición a la que acudí es de 2001. Dice, entre otras cosas, que mujer es una «persona del sexo femenino».
Hoy esta definición parecerá sensata a la mayor parte de los usuarios. Se ajusta más o menos a los lineamientos culturales de nuestra sociedad. Pero hay quien se siente incómodo y tengo prueba de ello.
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