Aun cuando el proceso de elaboración del Diccionario del español ecuatoriano duró 32 años —entre búsquedas de financiamiento, de investigadores, de capacitaciones, de auspicios—, el principal gestor de este proyecto, Fernando Miño-Garcés, no pierde la gracia al hablar sobre las 10 500 palabras que componen esta obra única, que fue editada por el Centro de Publicaciones de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador (PUCE).
Todo arrancó en 1985, cuando el profesor Günther Haensch, de la Universidad de Augsburgo, llegó al Instituto de Lenguas y Lingüística de la PUCE para sugerir que el país se uniera a la ejecución del Nuevo diccionario de americanismos. En ese entonces, Fernando Miño-Garcés —luego de haber hecho un PhD en lingüística aplicada en la Universidad de Georgetown— era maestro de la PUCE y aceptó el reto.
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