Cuando se habla de los pronombres reflexivos en la gramática española, se piensa generalmente en ciertos pronombres personales átonos, como «se» en «Juan se afeita». No siempre se analizan en las gramáticas los reflexivos tónicos («Lo guarda para sí»), y más raramente aún se examinan las condiciones en las que estos son complejos (modificados por el adjetivo mismo, como en «Lo guarda para sí mismo»).
Tampoco se suelen considerar los pronombres no reflexivos que unas veces permiten usos reflexivos («Juan habla de él»), pero otras los rechazan («Juan sueña con él»). Finalmente, raramente se estudian los reflexivos tónicos complejos que doblan a los átonos correspondientes en ciertas condiciones, «Solo te quieres a ti mismo», ni los llamados «reflexivos enfáticos», cuya reflexividad es solo parcial: «Mi obra literaria habla de mí misma».
El uso de la reflexividad en español es la temática en la que Ignacio Bosque, miembro de la Real Academia Española, ha profundizado este lunes en el marco del ciclo sobre La lengua española en el mundo, que durante estos días se desarrolla en la Universidad de Huelva. «La reflexividad era analizada tradicionalmente como propiedad de las oraciones, pero se considera hoy propiedad de los pronombres», ha manifestado Ignacio Bosque.
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